El priista Manlio Fabio Beltrones criticó a Felipe Calderón al decir que tiene un gobierno de cuates y de cuotas.
Él se estaba refiriendo al escándalo que se armó por las llamadas telefónicas grabadas a Luis Téllez, secretario de Comunicaciones, quien por cierto, ayer fue despedido del cargo, pero no lo dejaron fuera, porque Felipe lo recontrató como su asesor personal.
Seguro que el ex gobernador sonorense se mordió la lengua hasta hacerla sangrar al emitir esa opinión, porque los priistas no se han caracterizado por seleccionar a los mejores hombres y mujeres para integrarse al gobierno.
El requisito indispensable para pertenecer a una administración sea del nivel que sea, es mantener una relación estrecha con el gobernante en turno, ¡qué importa que no hayan concluido ni la primaria!
La preparación, la experiencia y la capacidad no son tema cuando se trata de elegir a quienes nombrarán para ocupar los mejores puestos en una administración, sea federal, estatal o municipal.
Ese ha sido uno de los grandes errores cometidos desde siempre en este sistema mexicano, donde el amiguismo y el compadrazgo, son carta de presentación para quienes aspiren a un puesto público.
La salida de Téllez de la Secretaría, pero su reincorporación inmediata al equipo de Calderón nos indica que las fallas cometidas por el funcionario no fueron suficientes para dejarlo fuera del cobijo de la nómina.
Esas acciones son cosa común en todos los gobiernos, es raro que un presidente, gobernador o alcalde decida incluir la gente más capaz y con mejores posibilidades de hacer un trabajo honesto y positivo.
Y a la larga el único que paga el costo de esa falta de capacidad, preparación y experiencia es la gente, la que padece a funcionarios de medio pelo, que fueron sacados de sus negocios particulares para incorporarse en puestos de alto nivel.
Ese ha sido el perfil que los últimos años hemos observado en los funcionarios, especialmente en las administraciones panistas, aunque las priistas no cantan mal las rancheras, desde que los empresarios dejaron sus empresas e incursionaron en la política, en busca del poder político, porque el económico ya les era insuficiente, la situación ha ido de mal en peor.
Lo malo es que tres o seis años de una administración mediocre deja secuelas que tardan muchísimo tiempo en sanar. He ahí la cuestión.
Los empresarios, cuando decidieron meterse a políticos, argumentaban que éstos no hacían bien las cosas y se dedicaban a saquear al erario, ellos no han sido mejores, la prueba está en que México no ha logrado reducir sus índices de pobreza y desempleo.
Y no hablemos de la inseguridad porque nos echamos a llorar.
Y fieles a la creencia de que el que funciona en el Seguro Social, funcionará también en Comunicaciones, Felipe decide echar mano de Juan Molinar Horcasitas, quien no pudo sacar del bache al IMSS y ahora lo premian con otra secretaría, ¿pues de qué se trata? ¿De premiar la incapacidad?
BAJO EL ESCRUTINIO DE CONTRALORÍA
El contador José Zermeño ya les leyó la carta a los funcionarios y empleados del gobierno estatal para que eviten intervenir en la elección y desviar recursos oficiales para apoyar a algún candidato o partido.
Esperemos que obedezcan desde el gobernador, hasta el empleado de menor nivel, y que haya controles estrictos, porque los delitos electorales no son castigados con la dureza con que se deberían sancionar.
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