En 2022, el avispado politólogo Diego Iñaky Fernández definió en un artículo publicado en el portal Pluma Patriótica, titulado Pasos para desestabilizar un país, lo que ocurre en México en vísperas de las elecciones más importantes del siglo. Casi con una precisión matemática, se han venido cumpliendo las circunstancias que describe, con la participación y el apoyo de agentes del exterior, incluyendo gobiernos, corporaciones y prensa en todas sus modalidades.
Dice que al hablar de golpes suaves promovidos por la oligarquía (mandato de minorías con gran poder social, económico y político), se han definido cuatro estrategias: crear malestar social a través de los medios masivos de comunicación, dizque defender la libertad y los derechos humanos, promover manifestaciones de grupos violentos y terror sicológico utilizando conceptos como dictadura, militarismo y vinculación del gobierno con el narcotráfico. Eso se entiende como guerra blanda.
Iñaky no es el único que ha advertido este fenómeno, que no ocurre sólo en México, sino en toda la América Latina y países con gobiernos progresistas. Viene a resultar que los magnates de la plutocracia estadounidense, a punto de recesión económica, han acudido a la guerra para salvar sus intereses. La guerra con bombas a lo lejos, y sin bombas en lo cortito. Esta última financiando embestidas mediáticas y con el colosal envío de armas.
La Gaceta UNAM publicó un artículo con las conclusiones del Seminario “Industria armamentista, gran negocio detrás de los conflictos bélicos” (Dic 11 2023), citando al académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, Arturo Ortiz Wadgymar: “Para evitar la recesión, EU promueve y apoya guerras. Ante el riesgo inminente de enfrentar una fuerte recesión económica en este 2023, Estados Unidos recurrió nuevamente a una estrategia de economía de guerra controlada, alargando el conflicto bélico en Ucrania y promoviendo los ataques de Israel contra Gaza”.
Así, según un informe dado a conocer en el mes de enero por el Departamento de Estado de EU: “Las ventas de armas a otros países y regiones tuvieron un aumento interanual del 49 por ciento durante el año pasado, especialmente impulsadas por el conflicto en Europa. La guerra relámpago que Moscú esperaba concretar en su país vecino se vio frustrada en gran parte gracias a la cuantiosa ayuda militar de los países de la OTAN, más de la mitad de la cual proviene de Estados Unidos”.
La guerra se está dando en los confines de la América con disfraz. En la región, los medios masivos de comunicación mercenarios y las agencias especializadas de las potencias han emprendido campañas de difamación en países con regímenes auténticamente democráticos con el cuento de las drogas, la defensa de los derechos humanos o la violencia incontrolada. A la embestida mediática se suma la transferencia de gran cantidad de armas.
LA GUERRA EN MÉXICO
En 1977, el presidente Richard Nixon inició la guerra contra las drogas en la Unión Americana para combatir a los hippies y su propuesta de Amor y Paz, que contrastaba con su llamado a la Guerra de Vietnam. Lo hizo a pesar de que la Comisión Shafer, creada en 1972, concluyó que no había conexión entre la cannabis índica y la criminalidad.
Asimismo, los científicos determinaron que el alcohol era más peligroso que la marihuana y que el uso personal de esta última debía ser descriminalizado.
En México, el 11 de diciembre de 2006 el presidente Felipe Calderón, en un intento de legitimar su gobierno después del fraude electoral, anunció un operativo contra las drogas en Michoacán, donde se dijo que hubo cerca de 500 asesinatos entre miembros de los cárteles del narcotráfico. Calderón privilegió el uso de las fuerzas armadas. El resultado ha sido desastroso y ha dado lugar a que el actual gobierno implemente una nueva estrategia para erradicar el flagelo.
El principal obstáculo para lograrlo ha sido el intenso flujo de armas que llega de los Estados Unidos y el permanente avituallamiento de parque.
No hay cifras confiables al respecto. Un informe de Naciones Unidas estimó que aproximadamente 20 mil armas ingresan ilícitamente cada año al país. El estudio reveló también que el valor de ese flujo equivale a 20 millones de dólares por año, y no menos del 10 por ciento de todo el mercado mundial de armas de fuego.
RAND’s Gun Policy in America, cuyo objetivo es establecer un conjunto compartido de experiencias sobre los efectos de las leyes de armas para mejorar las discusiones públicas y apoyar el desarrollo de políticas de armas justas y efectivas, afirma que: “La cantidad de armas ilícitas (Enviadas a México) pasó de 300 mil en 2004 a más de 600 mil en 2012.
En cambio, el Departamento de Seguridad Nacional de EU reveló en un informe que, a julio de 2023, cuando faltaban aún algo más de dos meses para el cierre del año fiscal, las incautaciones ya habían superado significativamente el 2022 (2 mil armas de fuego).
Tal cantidad de armas en manos de grupos delictivos disminuye la capacidad del Estado para frenar la violencia. Muy ilustrativas son las declaraciones de Wes Tabor, un exagente de la DEA que fungió como agregado de la agencia en Venezuela: “No nos gusta decirlo públicamente pero somos, de facto, la policía del mundo. No estamos en el negocio de acatar las leyes de otros países cuando estos países son regímenes canallas y las vidas de los niños estadounidenses están en juego”.
LA EXPLOTACIÓN LABORAL
En La Jornada del miércoles 21 de febrero, Tanalís Padilla, Profesora-investigadora de Historia en el Massachusetts Institute of Technology y doctora en Historia Latinoamericana por la Universidad de California, en San Diego, escribió: “El apetito de EU por la guerra parece insaciable. Sin mencionar las que van del siglo, sus acciones en los últimos dos años son más que reveladoras. Su apoyo a Ucrania ya se veía desgastado cuando, después del 7 de octubre, se dispuso a apoyar el genocidio de Israel contra del pueblo palestino. Como si eso fuera poco, con sus bombardeos a Yemen, Irak y Siria parece dispuesto a abrir nuevos frentes de guerra.
En nuestra América, el vecino del norte también libra una guerra que no por ser sin bombas es menos nociva. Como las de Medio Oriente, tampoco es nueva. La beligerancia directa e indirecta fue parte constitutiva de su consolidación imperial.
América Latina, como lo ha detallado Greg Grandin en su libro Empire’s Workshop, ha sido un laboratorio para ensayar métodos de dominación incluyendo la contrainsurgencia, el poder duro y el blando, así como las guerras perpetuas. Hoy esta beligerancia se lleva a cabo a través de bloqueos económicos, operaciones encubiertas y su llamada guerra contra las drogas. Son políticas que producen inmenso sufrimiento…”. Y, mucho dinero, por supuesto.
Cabe señalar que los mejores inventos de los regímenes del capitalismo salvaje, con el apoyo insidioso de los medios de comunicación a su servicio, son el narcotráfico, la violencia y la inseguridad, utilizadas indistintamente por agentes de México y los Estados Unidos para llevar agua a su molino. Con el cuento del narco, se abandonaron importantes zonas del país donde sentaron sus reales empresas trasnacionales que van por la explotación de las riquezas naturales o del ser humano, convertido en verdadero esclavo y consumidor pasivo.
Es fácil detectar cómo la frontera se convirtió en zona conflictiva por la proliferación de las maquiladoras donde los obreros ganan salarios anticonstitucionales (que la Corte protege), trabajan jornadas de doce horas, también ilegales, generando irritación, furia y resentimiento que alimentan las estadísticas de criminalidad y violencia; pero que no son tema de discusión porque el narco y la migración llenan los espacios mediáticos y fijan la agenda cotidiana de la población menos avispada.
Es pertinente recordar las palabras de Osvaldo Zavala en entrevista con Rozana Ricárdez para la Universidad de Chile: “A partir de la década de los noventa, esa soberanía se transformó gradualmente para dejar atrás la estructura de un Estado de bienestar para construir en cambio un Estado securitario. Esto significó por lo menos dos cosas: el aumento extraordinario de gasto público en ejército y policía y la reducción de instituciones públicas de bienestar social. Al mismo tiempo, se avanzó en la privatización de paraestatales y finalmente se concibió una reforma energética para abrir importantes yacimientos de recursos naturales para usufructo de transnacionales”.
NO QUIEREN SOLUCIONES
Estados Unidos gasta 25 billones y medio de dólares en el combate a las drogas (que son en realidad operaciones de intervención y control político en naciones independientes); pero, muy poco en las acciones de prevención y tratamiento de la drogadicción, porque así pueden echar culpas a otros países y ganar cantidades superlativas por la venta de armas a las pandillas que controlan la violencia. Todo gira, pues, en torno a la guerra blanda y su poder desestabilizador, con el apoyo mediático que utiliza al narco como eficaz instrumento de terror.
Jorge Retana Yarto, ex director de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional del Centro Nacional de Inteligencia, licenciado en economía con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional y maestro en administración pública; doctor en gerencia pública y política social, escribió un extenso y sesudo artículo que culmina diciendo: “De allí en adelante hasta los desplantes actuales de perfil intervencionista en la nueva fase de la guerra contra las drogas “la guerra contra el fentanilo”. El mismo discurso ideologizado, las mismas amenazas y las mismas imposturas, las mismas falsificaciones ante un problema real del que Estados Unidos se hace responsable solamente en la parte represiva. La Historia enseña, y mucho para actuar mejor”.
Por fortuna, las guerras mediáticas van perdiendo efectividad a medida que se despierta la conciencia de los pueblos. Cada vez hay más personas que escapan de la manipulación subliminal y empiezan a pensar por sí mismas en busca de su esencia como seres humanos, atendiendo su propio llamado a la solidaridad bajo las premisas luminosas de libertad, igualdad y fraternidad. Incluso el pueblo norteamericano está dando muestras de hartazgo frente a los poderes oligopólicos.
No hace mucho que trabajadores del gobierno estadounidense, desde el Departamento de Estado hasta la NASA, están circulando cartas abiertas exigiendo que el presidente Joe Biden busque un cese del fuego en la guerra de Israel contra Hamás. El personal del Congreso está tomando micrófonos frente al Capitolio y condenando lo que dicen es el silencio de los legisladores sobre el costo para los civiles palestinos. Según el portal cibernético VOA: “Mientras las muertes aumentan en Gaza, Biden y el Congreso enfrentan desafíos inusualmente públicos desde adentro por su apoyo a la ofensiva de Israel”.
En nota del lunes 26, La Jornada publicó que: “Londres. Cientos de miles de personas se manifestaron ayer en ciudades de Medio Oriente, Europa, Asia y de Estados Unidos para mostrar su apoyo a los palestinos mientras el ejército israelí ampliaba su ofensiva aérea y terrestre sobre la franja de Gaza”.
En México, los ciudadanos tienen oportunidad de rechazar el intervencionismo oligopólico mediante el voto a fin de consolidar la Cuarta Transformación y demostrar al mundo que la revolución pacífica de las conciencias es posible.