Mientras, Mauricio Fernández, alcalde de San Pedro Garza García, Nuevo León hace declaraciones temerarias que levantan polémica, ya que dio a conocer, antes que las autoridades del Distrito Federal lo hicieran, del ajusticiamiento de varios miembros de una familia relacionada con el crimen organizado y la decisión de establecer en el municipio neolonés a su cargo, una especie de vigilancia especial para evitar mayores problemas con los grupos delincuenciales, el número de periodistas asesinados en México sube como la espuma.
En el asunto de periodistas asesinados se aplica lo que sucedía en España con la organización terrorista ETA, quienes resultaban aprehendidos, heridos o muertos por acciones supuestamente relacionadas con el grupo, sin investigar dejaban la situación tal cual, no se ahondaba en el asunto, ni había castigo para los responsables.
En México ya se llegó al punto de que todo periodista que resulte dañado de alguna u otra forma por la lucha contra el crimen organizado, de antemano se le tilda de estar coludido con actividades ilícitas.
Esto viene a colación porque es coincidente que ninguna autoridad, ni local, estatal o federal ha salido a dar declaraciones sobre la desaparición de más de 58 periodistas, de algunos, muy pocos, han sido localizados sus cuerpos, pero sin ninguna pista que lleve al esclarecimiento de los crímenes.
Dadas las circunstancias, nos permite pensar que la decisión del panista Mauricio Fernández, quien siempre se ha caracterizado por ser muy controversial, nos pone ante la encrucijada sobre si en México se requiere aplicar lo que en otros países ha sucedido, como Colombia y Brasil, escuadrones de la muerte que asesinan a delincuentes, a sabiendas que nadie reclamará los hechos.
Ante la ineficacia de las autoridades legalmente constituidas de solucionar la inseguridad que vivimos y la prueba fehaciente de que en San Pedro Garza García algo está sucediendo que lleva a ser esta población no sólo el municipio más caro del país, sino también el más seguro, algo se tendrá que copiar para que esa seguridad se palpe en otras ciudades, como Reynosa y Matamoros donde los hechos de sangre son encabezados por los enfrentamientos entre policías, ejército y delincuentes, que dejan víctimas inocentes.
Y que esas acciones lleven a castigar a los responsables de la muerte de periodistas, porque en tanto siga la impunidad, los ataques contra comunicadores seguirán siendo cosa de todos los días.
APRUEBAN TRASLADO
Ayer me enteré de que el monumento a don Miguel Hidalgo localizado en la Plaza de los Héroes de la Independencia, en Ciudad Victoria, va a cumplir un siglo en septiembre de 2010, según expuso el cronista victorense, don Antonio Maldonado.
El miércoles fue día de reflexión con la inauguración de dos murales dedicados a pasajes de la Historia de México en la biblioteca Marte R. Gómez que dirige el ex alcalde Tito Reséndez, quien, con recursos propios, decidió donar dos obras pictóricas a este espacio de lectura ya tradicional en la capital del Estado.
Y si de historia se trata, el 23 de noviembre a las siete de la mañana comienza el protocolo para trasladar las cenizas del doctor Norberto Treviño Zapata de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, a la Rotonda de los Hombres y las Mujeres Ilustres, según lo acordó la Comisión Consultiva encabezada por Antonio Martínez Torres, secretario de Gobierno estatal.
Durante la administración de Tomás Yarrington se cumplió con una ceremonia similar al instalar los restos de Amalia G. De Castillo Ledón en ese espacio dedicado a los tamaulipecos y tamaulipecas ilustres.
La ceremonia que será alrededor de las ocho de la mañana, será esta vez encabezada por Eugenio.
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