Finalmente ha concluido el proceso interno del PAN para elegir a su candidato a la presidencia de la República, mismo que resultó ser un verdadero petardo pues, fuera de los medios de comunicación, para el grueso de la población pasó completamente desapercibido.
La mañana del 6 de febrero, los pocos mexicanos que se despertaron temprano para ver las noticias o leer los periódicos, prestaron más atención al triunfo de los Gigantes de Nueva York en el Super Tazón o la derrota del América en el torneo local de futbol.
En Tamaulipas la elección interna fue tan famélica, que ni los mismos panistas se tomaron la molestia de acudir a emitir su sufragio, lo que se demuestra al ver que apenas el 35 por ciento del total del padrón participó en la jornada.
Los pocos que están emocionadas con el triunfo de Josefina Vázquez Mota, ya empezaron con su labor de exaltar las cualidades de esta dama quien, tristemente, lo más relevante por lo que se puede recordar es haber escrito el libro “Dios mío hazme viuda por favor”.
¿O alguien puede enumerar los logros de la hoy candidatas panista a la presidencia en la Secretaría de Educación? ¿Qué tal en la Secretaría de Desarrollo Social? ¿Quizás en el Congreso de la Unión?
Sin embargo los vazquesmotistas andan emocionadísimos “vendiendo” la imagen de su candidata, con el argumento de que al fin México tiene una candidata a la presidencia de la República con posibilidades reales de ganar.
En lo personal el argumento me parece tanto risible como ofensivo, pues con todo respeto que me merece una dama como Vázquez Mota, no creo que tenga mayor estatura política que Cecilia Soto, Patricia Mercado y Marcela Lombardo… las otras mujeres que han buscado la silla presidencial.
A Rosario Ibarra ni la metemos en la ecuación, es obvio que Vázquez Mota se encuentra a años luz de distancia.
Por lo tanto mis queridos vazquesmotistas, si van a querer “venderme” la imagen de su abanderada, encuentren un mejor argumento que el puro hecho de que es mujer.
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