Fueron los “Héroes del ‘46” y no del ’47 como nos han hecho creer durante años. Fue aquí en la Sultana del Norte donde ocurrió la llamada Batalla de Monterrey del 21 al 23 de septiembre de 1846.
Habrá que recordar que Texas había antes declarado su independencia de México 10 años antes, del 2 de octubre de 1835 y el 21 de abril de 1836, cuando los pobladores del llamado “Coahuila y Texas” se sintieron dueños en aquel territorio tan lejano de la capital del país y que se perdió por las políticas centralistas del momento.
Vean que apenas del 16 de septiembre de 1810 fue el inicio de la Independencia de México que concluyó el 27 sept 1821. Una nación incipiente que aprendía a ser libre de la antes España, pero que le faltó proteger sus grandes tierras del norte.
Les decía que nos han manejado que los valientes fueron del 1847, cuando el 12 y 13 de septiembre un puñado de “Niños Héroes” defendieron el Castillo de Chapultepec: los cadetes Juan Escutia, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Agustín Melgar y el teniente Juan de la Barrera.
Sí dicen que fue Juan Escutia, del batallón de San Blas, quien rescató la Bandera mexicana, se envolvió con ella y se tiró de lo alto del castillo. Si visitas el lugar hay una placa donde se supone cayó el cuerpo del joven de 20 años.
Que si lucharon más de 600 jóvenes soldados, pero que había otros 250 en el Castillo de Chapultepec, al mando del General Nicolás Bravo y también el general conservador Miguel Miramón.
Pero entiendan que un año antes en 1846 la Intervención Norteamericana luchaba en el fortín del Obispado, como también otros como la Purísima (en el actual Barrio Antiguo), en la Ciudadela (avenida Juárez y calle Tapia) donde actualmente es la biblioteca pública “Felipe Guerra Castro” y están empotrados varios cañones, el de la Federación (en la Loma Larga) y el Rincón del Diablo.
Dos mujeres destacaron en esta guerra: María de Jesús Dosamantes y Josefa Zozaya, quienes colaboraron a llevar municiones a los soldados mexicanos.
Lo extraño de esta guerra que se perdió, pues solo duraron tres días combatiendo, bajo las órdenes de Pedro de Ampudia, el general que señalan de indeciso, porque de ser decidido pudo haber terminado con los “gringos”.
Piensen que venir de tan lejos, con agua y comida (aseguran que estaban bien provistos de latas de comida y no llevaban Whataburgers como se pensaría) que los enemigos vencieron a los norteños.
Fue una guerra cruel, donde los extranjeros masacraron a las familias, violaron a sus mujeres y combatieron casa por casa. Que si se quedaron tres años viviendo “como magos” ya después de la capitulación (rendición) en casonas del Barrio Antiguo, es otra cosa. Por cierto por ahí andaba la Rosa María tomándose “selfies” por la calle Morelos, en el Barrio Antiguo, tomando cafecito con un rico croissant. Ahhh no olviden tomarse fotos con los Beatles.
Pero que cuenten la verdad los gringos en sus libros de texto, que estuvieron en guerra con los herederos de la Nueva España, querían un “All Mexico”, ósea todo el país, pero se excusaron que se pagaron 15 millones de dólares a una comitiva de mexicanos, con un General Antonio López de Santa Anna capturado.
La historia verdadera, que fue muy sanguinaria, esa se la “saltan” en las escuelas cuando hablan los teachers de la guerra del 47. Y eso no se vale.