A lo largo de la historia e independientemente de todos los inventos, descubrimientos y hallazgos de la ciencia, hemos podido constatar que la base de la salud es siempre la higiene. Los grandes problemas de salud, las epidemias y las pandemias que han azotado al mundo han sido contenidos y controlados principalmente mediante medidas de higiene. Lo acabamos de ver, lo estamos viendo aun con la pandemia del Covid-19: sana distancia, lavado de manos, uso de cubre bocas y gel antibacterial siguen siendo la prioridad en la estrategia sanitaria de carácter preventivo (con o sin vacuna).
Hoy se habla mucho de la “otra epidemia”; la de las enfermedades mentales y afortunadamente se ha roto el tabú que anteriormente impedía a las personas hablar de sus problemas de salud mental. Pero las cosas llegaron a ser a tal punto evidentes que, ya era imposible seguir en la negación de las enfermedades mentales convertidas en un problema de salud pública a niveles epidémicos. La depresión y la ansiedad con sus consecuentes interminables noches de estrés, insomnio, fatiga crónica, ataques de pánico, exabruptos de violencia, conductas autodestructivas, abuso de sustancias y demás, han causado verdaderos estragos en la sociedad incapacitando a cientos de miles de personas.
Si bien es necesario reconocer la importancia de la salud mental, debemos insistir más, mediante campañas y programas, sobre la imperiosa necesidad de instalar hábitos de higiene mental. El buen aseo mental es vital para mantener la salud y el equilibrio en ese sentido y así prevenir muchas enfermedades mentales (emocionales). Pero no hablamos lo suficiente sobre el concepto de la higiene mental, no se promueve ni se practica con constancia cuando en realidad no es menos importante que lavarse las manos, lavarse los dientes o el baño diario.
“La higiene mental consiste en la reducción o eliminación de todo lo que no permita lograr un equilibrio emocional. Aquellas actividades y acciones que cuidan de los pensamientos, ayudan a gestionar las emociones, previenen comportamientos negativos y favorecen una mejorar la calidad de vida.”
Estoy segura de que instalar prácticas constantes y sólidas para crear cultura de higiene mental, especialmente desde la infancia, ayudará producir hábitos positivos para prevenir muchos de los más dolorosos males de la humanidad. Existen muchos sitios en Internet donde se encuentran tips para fomentar y practicar la higiene mental como requisito indispensable para mantener la salud mental en la mayoría de los casos.
¡Así que hay que trabajar en un buen “aseo mental”!