En Miami, Florida –previo al segundo partido del Tricolor contra Francia en el Mundial de Futbol–, sonó el teléfono del beisbolista mexicano Jorge Cantú, jugador de los Marlines de Florida en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Al otro lado de la bocina, a miles de kilómetros de distancia, se escuchó la voz de su amigo Javier Aguirre, entrenador del equipo azteca en Sudáfrica 2010 que en la inauguración empató a un gol con los anfitriones.
A los dos ganadores del Premio Nacional del Deporte los une no solamente una amistad, sino el gusto por el futbol. A Jorge porque es un destacado pelotero en las Grandes Ligas, mientras que Javier es un apasionado del beisbol.
Entre saludos afectuosos, “el Vasco” tenía una gran duda y quería escuchar su respuesta en voz del jugador originario de Reynosa, Tamaulipas.
—¿Como manejan ustedes la presión?—Preguntó el seleccionador nacional desde el hotel de la concentración en Sudáfrica, con toda la confianza que se tienen los dos compatriotas que, en sus respectivas trincheras deportivas, conviven frecuentemente con eso: la presión.
Durante la charla, Jorge contestó cada una de las preguntas de su amigo Javier, a unas horas de enfrentar su compromiso ante Francia, una de las potencias del futbol mundial, campeón en 1998. Un juego de vida o muerte para las aspiraciones de sobrevivencia en el torneo de México.
Quién lo iba a decir: Jorge Cantú y Javier Aguirre subidos en un mismo barco para que se mantenga a flote. Y con ello, la esperanza y los sueños de millones de mexicanos.
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