En una de las sesiones que tuvimos uno de mis consultantes adolescente y yo,
en recientes fechas, me llamo mucho la atención la preocupación que sentía
al no saber aún, cuál sería la carrera profesional que deberá elegir al término
de éste su 4to. semestre de preparatoria.
El es una chico (a mi parecer) muy aplicado, inteligente, responsable y sobre
todo muy maduro para la edad que tiene, resalta en Él, el sentido de
compromiso que muestra con respecto a sus estudios y su futuro profesional;
vive con sus padres, y su única hermana, quien es mayor que solo unos cuantos
años más; juntos, forman una familia con valores bien definidos y con una
estructura familiar sólida.
Me comentó que observaba con especial atención a su alrededor, en el grupo
de amigos estudiantes, que la mayoría tenía aun esa inquietud de no saber qué
carrera escoger, por lo que me pide orientación con respecto a ello; y desde
luego accedí con mucho gusto en esa sesión.
Al término del día, una vez concluida mi consulta, me quedé reflexionando
sobre lo inevitable que es comparar “mi época” de adolescente y las nuevas
generaciones: recuerdo que para hacer tareas tenías que valerte de tus de
libros, comprar bibliografías, mapas mundi; juntarte con tu grupo para hacer
algún trabajo en equipo, ahí mismo, dentro de la preparatoria; muy pocos
teníamos la oportunidad de visitar a nuestros compañeros de preparatoria en
sus casas, por lo que teníamos que adelantarle lo más que se pudiera en los
descansos o pequeños recesos que teníamos para entregar a tiempo el trabajo
solicitado por nuestro maestro o maestra según fuera el caso; para hacer
alguna investigación podíamos ir a un “cibercafé” por las tardes, y si tenías
alguna duda para responder los cuestionarios y demás actividades que venían
dentro de los libros, podías apoyarte acudiendo a una biblioteca, ya sea la de
la preparatoria o alguna que estuviera cerca de tu casa, aunque no lo crean,
había bibliotecas casi por todos lados; desde luego que no había internet en
nuestras casas o solo en algunas de gente “pudiente”, no había celulares,
Tablet, computadoras de escritorio, laptops, y muchísimas otras herramientas
y recursos que ahora tienen los adolescentes de esta generación; he de admitir
que una parte de la sesión fue contarle sobre mi experiencia como estudiante
de preparatoria, y de cuando me tocó elegir qué carrera deseaba tomar al
término de mi bachillerato; se sorprendió tanto de lo que yo le comentaba,
que casi puedo asegurar que sus ojitos se le salían de su orbita y no podía creer lo que yo le decía, e incluso expresó que le parecía muy difícil mi experiencia al no tener nada de lo que ellos tienen ahora, literal, al alcance de su mano y sí, hablo de un celular con internet.
Y es que ahora, con tanta “desinformación” que bombardea a nuestros
adolescentes en redes sociales, medios de comunicación, podcast, influencers,
gamers, videojuegos, entre otras plataformas, distraen, por mucho, la
atención de lo verdaderamente importante en nuestros hijos, tanto que no les
da tiempo de concentrarse en lo que verdaderamente importa, como por
ejemplo: descubrir su personalidad, autoevaluarse, autorregularse, definirse,
tener momentos de introspección que les ayuden a descubrirse, si bien es
cierto que la tecnología vino a revolucionar muchos aspectos de nuestra vida
y mejorar en algunos contextos, en otros, vino a traer confusión y como lo dije
anteriormente vino a desinformar a nuestros adolescentes.
Y es que recordemos que en esta etapa de la adolescencia, es cuando se está
en construcción la personalidad de nuestros hijos y si se están dejando llevar
por la orientación que dan unos supuestos influencers igual de mal
informados; seguramente nuestros hijos se verán confundidos en ésta y otras
áreas importantes de sus vidas. Por lo que invito a todos los padres a que
escuchemos a nuestros hijos y tratemos de orientarlos, tener esas pláticas
nutritivas en la familia, que logre fomentar de manera oportuna y adecuada,
la importancia de conocer cuáles son los gustos que ellos tienen por algunas
actividades, como por ejemplo: el deporte, la ciencia, la educación, la
tecnología, entre otras tantas áreas de interés, que estoy segura que una vez
que la descubran, le será mucho más fácil elegir la carrera con la que puedan
desarrollarse profesionalmente de manera exitosa.
Con cariño.
Dra. Griselda Reyna