Nunca en mi vida había sido atrapado por el canal del Congreso como lo fui en la pasada sesión dominical, en la que se sometió a votación del pleno la propuesta de la Reforma Eléctrica que implicaba modificar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Mexicana.
El resultado de la misma ya es muy conocido y ahora lo que nos toca como ciudadanos, que no como pueblo, es tener un aprendizaje. La palabra “pueblo” me ocasiona cierta repulsión, me quedo con la palabra “ciudadanos”.
Veo que los diputados del oficialismo y los de oposición no se entendieron. Por un lado me congratulo como mexicano por la democracia que implica este resultado en nuestro país. Pero lamento el maniqueísmo en el que unos y otros han caído al grado de no ponerse de acuerdo. Esto no es nuevo pues a Vicente Fox le pasó exactamente lo mismo. El diagnóstico en función de los hechos es que tenemos una democracia que aún no sabe convivir entre sus partes.
Fox no supo persuadir a sus opositores para aprobar sus reformas, EPN dicen que tuvo que recurrir al cohecho como medida de persuasión a sus contrarios, y hoy estamos viendo que AMLO, desde la altura política estratosférica que le dieron los 30 millones 113 mil 458 votos, no alcanzó o no quiso sentarse a conciliar diferencias; esa tumultuosa cantidad de votos que le dieron la presidencia eran necesarios pero no fueron suficientes para obtener la anuencia indispensable de la oposición para hacer sus reformas.
Después de toda esta maraña de desacuerdos legislativos pienso que la mejor manera de tener todos una enseñanza, tanto políticos como ciudadanos, es recurrir a quien tanto la derecha como la izquierda le den el beneficio de ser no solo prudente y mesurado, sino hasta sabio: Don Jesús Reyes Heroles (JRH). Su teoría es muy amplia. Rescato algunos de sus aforismos.
Después de ver y escuchar las peroratas de ambos bandos legislativos, que más que anhelar ponerse de acuerdo solo querían mutuamente vituperarse, JRH les diría: “Hagamos mejor política y acabaremos con la politiquería”.
Al presidente AMLO le recordaría sus propias palabras que ha copiado del gran Maestro JRH: “Ley casi inexorable de la política que, en última instancia, ningún político puede en verdad eludir: elegir entre inconvenientes. Ley casi línea que sólo la autenticidad, la falta de sinceridad con uno mismo y con los demás, puede subestimar o negar”.
Por otro lado es importante entender que sobre las intenciones se imponen las circunstancias, ante ello Don Jesús diría: “En política se da una estrecha relación entre lo que el ideal exige y la realidad permite”
A muchos de los diputados y diputadas de izquierda y derecha habría que obligarlos hacer planas con algunos aforismos del ex secretario de gobernación de JLP que dice: “La política es una actividad de la más alta jerarquía espiritual, es técnica de aproximación, no ciencia exacta. Hay que creer en el poder de la política y no en la política del poder”.
“La política exige vocación, preparación y dedicación, es eficacia y acción, es demasiado seria para que sus acciones sean determinadas por el temperamento y la emoción, al margen de la cabeza y si no es accidente, ni menos incidente, exige paciencia, vocación y una actividad terca para vencer las resistencias que la realidad opone a los ideales”.
“La política —difícil pero preciosa— abarca muchas cosas, pero si en algo hay consenso, éste consiste en que es educación, empezando por la propia, y la autoeducación colectiva es un arte preciso, pero muy difícil, es un arte que expone a que uno sea atacado sanguinariamente y sin consideraciones y que obliga a sobreponerse a los ataques y a las calumnias, y a saber que la generosidad es la característica de los fuertes”.
“La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no intentar dominar a otro u otros; aspirar a dominar las cosas y no a los hombres, es el afán de entenderse, de negociar, de comprometerse, de llegar a denominadores comunes, de discutir, de airear las ideas, de ventilar los problemas para así encontrar las soluciones”.
“Comprensión al político que, persiguiendo ideales, sabe transigir, sabe negociar, pues para los políticos o aspirantes a políticos, no hay peor adversario que el no tenerlo, no hay mayor adversario que el carecer de él”.
“Debe saber que el propósito del auténtico político es crear las condiciones para hacer las cosas y que para ejercer con vocación y acertadamente la actividad política se requieren las tres ces: corazón, cabeza y carácter, ya que la verdadera plenitud del poder político demanda, casi por igual, la existencia de quienes lo apoyan y de quienes, responsablemente se le opongan”.
Gracias Maestro Jesús Reyes Heroles por ilustrarnos con tus escritos.
El tiempo hablará.