El 20 de enero próximo marcará el inicio de una nueva etapa en la relación bilateral entre México y Estados Unidos, con la toma de protesta del presidente número 47 de ese país, Donald Trump.
En Nuevo León, las casas de apoyo a personas migrantes han sostenido diversas reuniones para planear acciones conjuntas ante la posibilidad de deportaciones masivas de indocumentados provenientes de Estados Unidos.
Durante su campaña electoral, Trump fue enfático en su intención de frenar la migración ilegal y deportar a quienes se encuentren de manera irregular en ese país. Las decisiones y nombramientos posteriores a su triunfo refuerzan su postura en este tema.
Uno de los principales actores de su administración será Marco Rubio, próximo Secretario de Estado. Rubio, senador republicano por Florida e hijo de inmigrantes cubanos, ha destacado por su postura antiinmigrante, además de su fuerte oposición a los gobiernos de Cuba y Venezuela. Otro nombramiento clave es el de Tom Homan, conocido por su firme posición en materia de control migratorio, quien se desempeñará como responsable de la política fronteriza.
En el Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem asumirá un papel crucial en la supervisión de las estrategias para reforzar la seguridad en la frontera con México.
Ante este escenario, las casas de apoyo a migrantes ya se están organizando para enfrentar el impacto de las deportaciones masivas y las caravanas de personas provenientes de Centro y Sudamérica que buscan llegar a Estados Unidos. Sin embargo, preocupa la aparente inacción de los gobiernos estatal y federal, que no parecen estar preparados para prevenir una crisis humanitaria que podría dejar a miles de migrantes varados en territorio mexicano.
La era Trump será determinante para la relación bilateral entre ambos países, especialmente en el ámbito migratorio, que influirá en el resto de los temas de la agenda binacional.
Pero el impacto de Trump no se limitará a Norteamérica. Su llegada a la Casa Blanca alterará los equilibrios globales, con implicaciones significativas para Europa, Rusia, China y Ucrania. Su cercanía con Vladimir Putin, sumada a su rechazo hacia la política comercial de China, marcarán una etapa crucial en la geopolítica mundial y en el futuro del planeta.
La llegada de Trump a la presidencia plantea enormes desafíos para México, especialmente en materia migratoria. No se trata solo de un reto fronterizo, sino de una cuestión de derechos humanos que exige una respuesta integral.
El gobierno mexicano debe actuar con celeridad y decisión para fortalecer la red de apoyo a migrantes, garantizar recursos a los estados más afectados y asumir una postura diplomática firme ante Estados Unidos.
Solo con una estrategia clara podremos mitigar los efectos de una crisis que, de no atenderse, podría convertirse en un problema estructural de largo plazo.