Cuando escribí este artículo tenía pocas horas de haber regresado de Williamsport, Pennsylvania, donde tuve la fortuna de ver desfilar a los 13 jugadores de la Liga Treviño Kelly en el Parque Los Voluntarios en la inauguración de la Serie Mundial de Ligas Pequeñas de Beisbol.
Al día siguiente (sábado 22) asistí al juego ante Canadá en un partido de infarto porque se ganó hasta la séptima entrada con errores en el cuadro de los rivales rojiblancos. Una derrota de los tricolores los hubiera eliminado y, con ello, los sueños de llegar lejos en el torneo.
Los nervios invadieron a chicos y grandes. Tanto jugadores como el manager y los couches sucumbieron ante más de 10 mil personas presentes en el principal de los dos parques: el Howard J. Lamade. Y ante millones de telespectadores que vieron en vivo el partido por la cadena ESPN.
El equipo de Reynosa –dentro y fuera de la cancha– medio venció los nervios y se conquistó la primera victoria (2 carreras a 1) de la Treviño Kelly en una Serie Mundial tras largos 43 años de fundación.
Fue Raúl Rojas quien pasará a la historia de Reynosa como el primer lanzador que ganó un partido en Williamsport, un aliciente para seguir alcanzando metas futuras como jugar un día con los Yankees de Nueva York.
Raúl seguramente dedicó el triunfo a su fallecido padre del mismo nombre, pero más a su madre, Valeria, quien vio a su hijo, desde su casa en Reynosa, dejar la tercera almohadilla y subir al montículo para mantener a flote el barco.
El pequeño héroe de la Treviño Kelly, como el resto de los doce integrantes de la selección mexicana, tuvo el respaldo de sus familiares que hicieron un viaje de 46 horas en autobús para vivir en persona una experiencia inolvidable.
Raúl demostró a sus abuelitos Sofía y Carlos, sentados en las cómodas tribunas, que hay pocas oportunidades en la vida, en este caso en el deporte, que no hay que dejar pasar. De esas que se dan solamente una entre millones.
Los expertos del beisbol en Williamsport rápido marcaron las diferencias entre los anteriores equipos mexicanos (Linda Vista 1997, y Matamoros 2006 y 2008) con el de Reynosa, haciendo énfasis en el aspecto de la preparación mental.
“No hay que olvidar que son niños”, era la respuesta, pero también hay que recordar que son casi niñas las gimnastas que van a los Juegos Olímpicos, como las y los clavadistas chinos ganadores de medallas.
En el deporte, trabajar en el aspecto mental para superar los nervios y los miedos es igual o más importante que la preparación física.
El nuevo reto que tenían los mexicanos no era ganarle a China Taipei porque ya estaban calificados a la segunda ronda, sino que ese partido significaba dejar atrás el mariposeo en el estómago, tanto de jugadores como entrenadores.
Cuando contra Canadá y a través de ESPN, en vivo y a todo color, se escuchó al catcher de relevo Mario Alberto Cárdenas gritarle a su pitcher que no entendía sus señales, algo muy mal estaba sucediendo.
Los pronósticos eran que México en su edición 2009 de Williamsport llegaría sólo a disputar una semifinal. Pero no fue así.
Los pequeños héroes arrodillaron a China 3-2 y a Japón 6-0. Por lo pronto ya aseguraron uno de los primeros cuatro lugares del Mundial.
Pero van por más. La Treviño Kelly, Reynosa y Tamaulipas puede ser el capítulo de una historia jamás escrita en Tamaulipas.
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