Mientras el pueblo y la ciudadanía se debaten en la miseria e incertidumbre económica, al no encontrar en el ambiente político candidatos propicios para enfrentar un futuro poco promisorio, los votantes extreman sus precauciones no sólo al escoger candidato, pues los actuales, lejos de proporcionarle bienestar ha sido todo lo contrario.
Escapan algunas figuras, como el caso de María Esther Camargo, una persona seria, sensata, educadora de generaciones, quien ha mantenido su limpia personalidad incólume y su experiencia. Nos ofrece una extraordinaria visión de objetivos y perseverancia traducida en logros presentes y futuros, ella como muchos candidatos tienen el don de liderazgo, del que muchos otros carecen.
El horno no está para bollos, pero dentro del PRI existen militantes que cubren cuando menos una honestidad seria y positiva. Lo mismo debe haber en la oposición, pero en el caso actual esta real oposición, permitirá a quienes voten, hacerlo por gentes que llenen un perfil de ciudadano honesto, de trayectoria pulcra y de conocimiento.
Porque uno de los grandes problemas que enfrentamos es el compadrazgo: se colocan personas ignorantes en la disciplina que pretenden dirigir, sin saber nada en lo absoluto y lógicamente saldrán lastimados ellos, así como sus votantes.
Espero que quienes sean electos, sin importar el partido político al que pertenezcan, sepan responder a las esperanzas ciudadanas, hartas ya de la insolencia política desalmada e ignorante del sentir popular, cuyo único propósito es el enriquecimiento personal, que redunda en una corrupción rampante. Los votos del 7 de junio estarán una vez más en el filo de la navaja que separará lo bueno de lo malo -eso espero- y habrá de realizar la catarsis que el sistema político mexicano requiere.
Las exigencias del magisterio y la “claudicación” del Estado, me huele más a un retroceso pensado y no a un triunfo del CENTE, del que habrá de separar a los innumerables maestros, estos sí haciendo ética su profesión y llevando a nuestras nuevas generaciones por caminos del saber y no ungidos a la politiquería ignorante que busca en la incultura su escalera del poder.
El hecho de no aceptar los profesores ser mejor preparados cada semestre, es tanto como negar su propia existencia -ignorante de mí-, sólo piensan en hacer poderoso su brazo político sindical, sin importarles un comino las juventudes de mexicanos que buscan en el saber su ascenso en el conocimiento y la prosperidad personales, por ende el de la Nación.
Parece importar más las canonjías y prebendas que lo que supuestamente debe ser su apostolado. Recuerden a Pemex y vean en donde está ahora, por la voracidad sindical, nadie puede negar el servicio que los sindicatos ofrecieron hasta que se desfasaron y tomaron el camino equivocado ojalá lo retomen.
Hoy el país se encuentra en una encrucijada real, enfrenta una catarsis que seguramente conducirá a mejores opciones que las actuales, plenas estas de corrupción y desorden. En este cambio debemos participar todos como mexicanos, no como entidades separadas, como un equipo que desea y busca superarse, de lo contrario como siempre todos los esfuerzos previos se irán al caño.
Esto no es de sindicatos ni de grupos, se trata del país México y ¡de nuestro futuro!
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