Los que cargamos algunos años en el espinazo, sabemos algo de los autos chocolate que en los años ochentas invadieron el territorio nacional con la excusa de que era un programa destinado a apoyar al sector campesino con equipo de transporte para comercializar sus productos.
Sólo que como en México, no me los van a creer, ese programa se prestó a actos de corrupción. Con frecuencia se veían en las calles de las populosas ciudades autos Camaro, Mustang, Corvette, con calcomanías de alguna central campesina y placas americanas que ingresaban al territorio nacional para su regularización.
Hoy, gracias a un decreto publicado hace algunos días, se ha autorizado la legalización de autos chocolate en diez estados del país.
Lo que ya está sucediendo, es que armadoras de autos y vendedores de autos semi nuevos se van a amparar contra ese decreto, porque es inminente que la producción de las empresas armadoras de vehículos, una de las más importantes de la economía nacional, se van a contraer, se perderán empleos, se inhibirán inversiones; y las ventas de autos semi nuevos o usados, se van a desplomar, porque la exorbitante depreciación de los autos chocolate, va a impactar de manera negativa en este mercado, ya que las diferencias entre la venta de autos en el país vecino con el nuestro son diametralmente opuestas; mientras que las ventas en el 2021 de autos en el país fue de poco más de un millón de unidades, en Estados Unidos se vendieron más de 15 millones de autos nuevos en ese mismo año.
Quedan algunas dudas que resolver. ¿Habrá suficientes refacciones para esos modelos que se introducirán al territorio nacional? o esos vehículos terminarán en los cementerios de autos inservibles, para contaminar nuestro territorio. ¿Las aseguradoras van a responder por los accidentes provocados por autos chocolate?
Si no tienen acceso a refacciones y autopartes, no lo harán, como no lo hicieron en el pasado. Entonces el que transiten autos chocolate en nuestras calles y avenidas se convertirá en un importante riesgo para los que estamos asegurados y un doble riesgo para quienes no lo están, que son la mayoría.
¿Quién nos asegura que esos vehículos no fueron robados en la Unión Americana, o utilizados para cometer un delito o un crimen? ¿Quién nos asegura que esos autos no serán usados por la delincuencia organizada nacional para robar, secuestrar o asesinar?
Porque la realidad, es que en México no hemos sido muy buenos en registrar y regular ese mercado.
Los beneficiarios podrían ser las bandas criminales; y los campesinos, seguirán esperando un programa que verdaderamente les apoye. Mientras tanto, seguimos siendo el basurero de los vecinos del norte, que no saben qué hacer con sus autos viejos y contaminantes.