Dice un amigo consultor que da conferencias sobre Redes Sociales y Responsabilidad, que la mayoría de las personas no “mide” hasta dónde puede comprometerle una foto o un comentario en las redes sociales.
Aquí aplica el dicho: “Lo que sucede en Las Vegas, en Las Vegas se queda”, sólo que ahora es el ciberespacio.
Es esa nube de la que todos hablan, pero que nadie ve.
Es el espacio privado, que deja de serlo en el momento en que subes información a la red.
Es tener la vida abierta como libro para que cualquiera acceda a él, con buenas o malas intenciones.
El consultor en Comunicación Estratégica expone que han hecho ejercicios sobre cuánto tarda una mujer en compartir fotos de ella desnuda a un desconocido que la aborda en la red.
Y el récord es de 15 minutos.
Y la información del consultor va más allá, al indicar que los posibles jefes están recurriendo a verificar los facebooks y los twitters de sus potenciales empleados para revisar qué están subiendo a la red.
Saber si le gusta mucho la fiesta, o hace comentarios de mal gusto, es parte de la investigación.
Así la arena del ciberespacio es ahora un campo prácticamente libre, donde cualquiera, desde donde sea, a través de computadora o cualquier artilugio móvil, puede enviar mensajes privados o públicos.
El tema es tan controversial que, aunque no quiera admitirlo, Pedro Joaquín Coldwell, dirigente del PRI nacional, ya anda proponiendo la manera de regularlo.
Así como le hizo el gobernador de Veracruz, Javier Duarte que metió a la cárcel a tres personas, una de ellas mujer, por difundir en la red información que no le gustó.
Lo que está sucediendo en las redes está dándole la vuelta a la manera como concebíamos la comunicación.
Las discrepancias con las políticas de cualquier nivel de gobierno son discutidas, criticadas, analizadas, en esos espacios públicos que la tecnología ha creado.
Así cualquier resbalón de una persona pública se conoce prácticamente al instante.
Como el comentario de la hija de Peña Nieto, que ya se quedó para la posteridad por el revuelo que causó y que obligó a una respuesta más o menos así de los twitteros: “ustedes los ricos, nosotros la prole”; ayer fué la primogénita de un gobernador californiano, la protagonista de otro escándalo sólo por no cuidar lo que escribe, tanto que su hermana y ella tuvieron que cerrar sus cuentas de Twitter.
En este tema son los jóvenes y niños los más expuestos, los adultos de alguna manera apenas están incursionando en el campo y son cautos en su manejo.
Los jóvenes saturan sus perfiles con fotografías más que sugerentes.
Están en la edad del enamoramiento y cambian la foto, cada vez que cambian de novio o novia.
Sin intención de buscar regular, es tal vez conveniente hablar de este tema con los hijos. No está de más alertarlos sobre las consecuencias que pudiera haber al incluir información muy privada en sus perfiles.
Pero también hay que ver lo conveniente de esta herramienta para airear asuntos públicos y cómo los medios de comunicación convencionales tendrían que incorporar estas herramientas y contenidos, para no quedarse a la deriva de lo que los públicos, sean audiencias o lectores quieren y necesitan.
El tiempo de los periódicos poderosos o la televisión imprescindible está cambiando.
Los ciudadanos quieren tener voz y voto a la hora de recibir información.
Y para ello la herramienta cuyo uso se generaliza, aún en un país como México donde las diferencias económicas son más que visibles, hace que cada vez más se recurra a “la nube” para saber qué está pasando, conscientes de que aunque pasen años, la información estará ahí, prácticamente de libre acceso.
Por eso no está de más que cuide lo que sube a la Internet. No vaya a ser que en un futuro lo lamente.
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derrotero_mx
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