Y es que a veces sucede que nos enamoramos de alguien que no siente lo mismo por nosotros; o queremos ser amigos de alguien a quien no le interesa nuestra amistad, o deseamos a una persona que no se siente igualmente atraída hacia nosotros. Yo sé que eso se siente feo…y nos preguntamos: “¿Por qué no le intereso? ¿Por qué yo no le gusto? ¿Por qué no me quiere?”…Cuando las preguntas correctas deberían ser hacia nosotros mismos: “¿Por qué me interesa? ¿Por qué me gusta tanto? ¿Por qué le deseo así?”
Y, ¡Oh sorpresa! ¡Resulta que no hay respuesta lógica a esas preguntas! Es algo que sucede y ya…no hay un por qué (como cuando te pica el mosquito y te da dengue…¡ni lo ves venir!). El amor suele ser irracional. Es muy complicado racionalizar las emociones que una determinada persona puede causar en nosotros…en parte es visual, es química, es un misterio…y no siempre es mutuo ni en la misma intensidad.
Como puede ser doloroso pensar que le somos indiferentes a quien tanto nos importa y aceptar que nuestro amor idealizado, no es correspondido o es simplemente inalcanzable e imposible y el proceso de resignación suele ser largo, tendemos a echar mano de la imaginación…cual si fuéramos niños…una vez que la persona de la que nos hemos enamorado entra en nuestra mente, ocupa nuestros pensamientos todo el día…pero eso es un decir, porque en realidad, no estamos pensando, estamos imaginando: tomamos nuestra “idea” de la persona en cuestión y la convertimos en un super amigo imaginario, en un amor platónico, en una fantasía erótica, creamos con nuestra imaginación todo tipo de escenarios, de situaciones y momentos preciosos.
Ahí, en nuestra mente “vivimos” la maravillosa convivencia, el amor más dulce, y la pasión más ardiente…Claro, todo en nuestra cabecita loca. Por que la persona en cuestión, la real, la de carne y hueso, ni en cuenta y ni enterado está…porque todo es una ilusión que solo sucede como una película en esa “pantalla” interior llamada imaginación….ahí podemos “hacer” todo lo que queramos…podemos ver, abrazar, besar, jugar, reír, amar y sí, ahí no nos pueden ignorar, ni lastimar ni traicionar…los amigos imaginarios, los amores platónicos, las fantasías eróticas nunca fallan, nunca decepcionan…solo tienen el pequeño inconveniente de que ¡NO EXISTEN!
Pero, cuando no hay de otra, está bien soñar y echar a volar la imaginación, no pasa nada -por un rato-. siempre y cuando no olvidemos que esa no es la realidad. Ni nos extraviemos en ilusiones porque entonces sí que nos podemos volver loquitos…loquitos de amor. La realidad es otra, aunque nos duela.