Seguramente a Francisco, José Manuel e Ismael García Cabeza de Vaca se les atragantó el machacado con huevo cuando supieron de las órdenes de aprehensión giradas por la Procuraduría General de la República que involucran a un hermano del gobernador con licencia de Guerrero.
Porque cuando el vapuleado presidente de México, Enrique Peña Nieto, se quiere levantar de la lona y tener credibilidad, infla el pecho y empieza a desempolvar archivos sobre nexos con el crimen y corrupción de la clase gobernante, sin distinguir siglas e ideologías.
Así pasó en Michoacán con un gobernador de su mismo partido, y la más reciente en Guerrero cuando la PGR solicitó el arresto de Carlos Mateo Aguirre Rivero, influyente hermano del gobernador con licencia que todo tiene, menos ser un Angel, acusado de desviar más de 290 millones de pesos del erario en complicidad con empresarios.
La Procuraduría Federal los acusa de formar un clan que manejaba a su antojo la asignación de contratos públicos desde que Angel Aguirre Rivero asumió el poder del Estado, gracias a las siglas del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Eso mismo sucedió cuando el actual senador del PAN, Francisco García Cabeza de Vaca, fue alcalde de Reynosa y después director de la Comisión Reguladora de la Tenencia de la Tierra (Corett), en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
Entre 2004 y 2007 los tres hermanos Cabeza de Vaca hicieron y deshicieron a su antojo, pasando de una vida limitada a otra opulenta, manejando el erario de la presidencia y del organismo operador del agua en Reynosa: la Comapa.
Pero eso no fue todo, José Manuel y Francisco metieron las manos en asignar contratos para construir la ampliación de la planta de gas de Pemex del kilómetro 19 de la carretera a Monterrey, que por su deficiencias en los materiales utilizados y la participación de compañías sin experiencia en ese tipo de obras, estalló en septiembre de 2012 con un saldo de más de 30 trabajadores muertos.
Ojalá sea cierto que Peña Nieto se quiere reivindicar con los mexicanos, porque el escándalo de las sospechosas compras de la llamada “Casa Blanca” de su esposa a un constructor proveedor del Estado de México cuando fue gobernador, lo sentaron sobre un comal ardiendo antes de empezar a festejar la primera mitad de su sexenio.
Los tentáculos de la corrupción del hermano del ex mandatario Aguirre no solamente alcanzaron Guerrero, sino que se habla de casi 600 millones de pesos sustraídos ilegalmente en otras entidades del centro del país como Hidalgo y Morelos.
Como si no fue suficiente para Angel haberse separado del cargo después de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, fue la PGR quien puso en tela de duda la honestidad de los Aguirre cuando eran intocables en el gobierno perredista.
En septiembre de 2013 Peña Nieto demostró que no tiene contemplaciones cuando se ha tratado de mandar a la cárcel a exmandatarios de su mismo partido.
Acusado de fraude fiscal y lavado de dinero por 989 millones de pesos, la PGR giró órdenes de aprehensión contra el ex gobernador de Tabasco, donde también estuvieron involucrados funcionarios de su gabinete.
Y mientras el ejecutivo de la Nación lleva perdida la batalla en algunos frentes, en el combate a la corrupción -con excepción de las serias dudas alrededor de su patrimonio-, demuestra que no le tiembla la mano hasta para sacudir las siglas del PRI, aunque después debe limpiarlas.
Por eso no será sorpresa que cuando se acerquen las elecciones en Tamaulipas en 2016 para relevar a Egidio Torre Cantú, se destape la cloaca de la corrupción de los Cabeza de Vaca quienes, como sucede en estos casos, pueden esconder otros defectos, pero jamás podrán disimular la riqueza mal habida.
Casas ostentosas en el Valle de Texas y en ranchos de Soto La Marina, al sur del Estado, además de millonarias cuentas en dólares en bancos de Estados Unidos, el senador que planea ser candidato del PAN, jamás podrá justificar. Perdón, sí podría: sólo robando.
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