Por el tráfago de la violencia en Reynosa en donde hasta un convoy de soldados la llevó, pasó casi inadvertida la información de que un juez federal de control de garantías consideró que Eugenio Hernández Flores no debe ser extraditado, y le aventó la pelota a la Secretaría de Relaciones Exteriores para que ésta sea la que decida, que si no le trae muchas ganas el gobierno de Trump, supongo dirá lo mismo, pues no es cosa de pasarse por entre el arco del triunfo la resolución del juez aun y cuando no sea vinculatoria, esto es, que tengan que acatarla.
La decisión juidicial en mi opinión fue lógica y razonada, pues como lo consideró el juzgador: “no es adecuado para la soberanía reconocer que para una nación extranjera pudieran resultar penalmente relevantes las conductas de servidores públicos mexicanos en contra de fondos públicos de la federación o de entidades federativas”.
Y es que en efecto, para castigar ese actuar deshonesto se cuenta con tribunales nacionales que como es del dominio público, en uno de ellos ya se encuentra vinculado a proceso el ex gobernador de Tamaulipas, aunque por las informaciones está sujeto con alfileres la teoría sobre cómo se apropió de más de mil hectáreas en Altamira.
En síntesis, las posibilidades de que el “Geño” recupere su libertad crecen y el día que eso suceda saldrá disparado de Tamatán con rumbo desconocido, y en Cd. Victoria no creo lo vuelvan a ver por lo menos en unos cinco años. Entretanto, hay que cuidarnos porque los diablos andan sueltos.