En la reunión de Saltillo, a donde asistí el pasado miércoles 17 con Andrés Manuel López Obrador y la iniciativa privada de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, tomé nota, platicando con la gente y con el candidato. Comparto con usted, estimado lector, la experiencia que viví en tan importante acontecimiento y lo que surgió de la plática con un Andrés Manuel, en continuo trabajo y ardua labor de organización y cambios internos que constantemente lo impulsan en la búsqueda de rescatar del secuestro el alma del pueblo mexicano.
Jesús, el Cristo, el hombre revolucionario que le dio sentido a la vida perseverando en el amor, que en acción y en palabra sembraba a su paso en la Tierra Santa de Israel, liberando a su pueblo de la esclavitud que imponía el Imperio Romano. Con ese pensamiento sublime contemplaba parte de las montañas de la Sierra Madre cuando observo al candidato, mi amigo, como siempre en la búsqueda y con el ideal de implementar una política de equidad y justicia más coherente con nuestra realidad.
Andrés Manuel López Obrador caminando con paso firme y seguro; veo en sus acciones el ejemplo que dejó Jesús el Cristo, aún frescas las heridas en su corazón valiente por su país en desgracia. Es el hombre que, a través de recorrer tantas veces la nación con su gente, con pobres y ricos, hombres de buena fe que lo ven como lo estoy viendo. La esperanza resurgía de todas personas inteligentes y modestas con quien platiqué fuera del local. Ya en la reunión brota su idea de la total restauración de nuestro país, como una luz que emana de los rostros, hombres y mujeres ahí presentes en la reunión de la Iniciativa Privada con Andrés Manuel. Nuestro amado país, México, ahora en completa desintegración humana. Social y económicamente destrozada, devastada por la ambición desatada de una subcultura que nos impusieron los tecnócratas, malos gobiernos carentes de los valores esenciales que el ser humano requiere para vivir.
Andrés Manuel, después de caminar tanto pisando la tierra de nuestros ancestros, sintiendo la mirada del hambre en los rostros de nuestra gente, sigues caminando de cara al sol o viendo las estrellas, buscando siempre la respuesta ante tan desolador panorama de nuestra casa grande, la República Mexicana.
Al nutrirte en tu caminar por nuestro suelo entre las montañas, sus mares, sus ríos, sentir el sufrimiento que azota los humildes hogares y los rostros de mujeres y niños, almas buenas que reflejan la virtud adquirida por el sufrimiento y se desborda en sus anhelos reflejando en rostros sedientos de amor y comprensión. Con una amable palmadita confortas, porque conoces y compartes el mismo dolor y lo liberas para que juntos busquemos soluciones.
Te he visto caer y te levantas cada vez más fuerte. Vi ese cambio interno en ti, en mi amigo Andrés Manuel. Vi en tu mirada esos rostros de nuestra gente desesperada por el hartazgo de malos gobiernos y que hasta hoy no hemos tenido al hombre valiente y generoso en la presidencia que nos guíe por senderos más luminosos. Sentí a distancia tu ser volcarse en una energía especial que sólo los hombres sensibles en un estado superior de conciencia logran tocar la gloria de la eternidad; son los conductores naturales del pueblo que lo llevan al éxito rotundo de su grandeza.
Porque respiramos el mismo aire de los indígenas, de los obreros, de campesinos, de poetas como el de los hombres que, a través de su trabajo honesto, logran crear más trabajo para nuestra gente. Gran parte de la Iniciativa Privada es gente consciente de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila a quienes les duele México, que ya cansados de ayudar a un partido, el PRI que se perdió en la impureza de las ambiciones desatadas entregados a la vida fácil y al desenfreno de malas pasiones que solo nos conducen a la ruina como humanos y como nación: lo nocivo y lo falso muere ante la contundente realidad de la raza cósmica que resurge en el panorama de nuestros cielos. Gracias a este espíritu germina desde sus cimientos como el ave Fénix.
Volví al regazo acogedor de mi primer pensamiento ¡Jesús el Cristo! Inspirada en Él y en ver a mi amigo Andrés Manuel, transformado y fortalecido, y las palabras de Alfonso Romo que me conectaron con ese bello sentimiento, el empresario con un rostro ávido de justicia y con gran fortaleza espiritual recuerda su formación cristiana presente en esa armonía interna del pensar, el decir y el hacer. Él, junto con muchos pequeños y medianos empresarios se unen a esta tan noble empresa, la más grande del mundo, ¡Rescatar nuestro país!
Fue una experiencia inolvidable, tan nutriente como concurrida la reunión de la Iniciativa Privada con su candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador. Todos juntos al rescate de los valores tradicionales de la república amorosa, pensante y trabajadora.
Es lo mejor que he visto en todos estos años de luchas periodísticas y me tocó en mi tierra adoptiva de estudios Nuevo León y Coahuila. Estoy segura que con mi amigo Andrés Manuel reinará la paz y el amor en esta tierra nuestra bendecida por la naturaleza y los que aquí habitamos. Gente justa, noble y cabal es el corazón del mexicano en plena manifestación de su apremiante prioridad ¡Salvar a la patria!
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