Sin mucha pretensión, Norberto tiene sobre el amor las ideas más precisas. Convencido desde muy joven que no hay dos amores en la vida del hombre; para él solo hay uno, profundo como el mar, pero sin orillas. A cualquier edad, ese amor desciende sobre nosotros y así llegó a su vida.
Calvario sintió ese amor como la enfermedad secreta del corazón, una combinación del sentimiento de lo infinito que hay en nosotros y del bello ideal que se revela bajo una forma visible como la lenta revelación de los atractivos, el mutuo reconocimiento de unas cualidades secretas que unen a un hombre con una mujer mediante un poder cada vez más fuerte.
Así conoció a quien hoy es su esposa, Antonia Ceja Ruelas en la secundaria nocturna de la 4 y González desde el primer año de su ingreso en 1972 y contrajeron matrimonio en la iglesia catedral de Matamoros el 27 de agosto de 1977, la recepción fue en el Tío Nacho; este año cumplen 47 años de casados, bodas de amatista.
Tuvo la dicha de ser padre de dos mujeres, la mayor Mónica, quien en algún momento tuvo la peregrina idea de ser periodista, pero su mismo padre le conmino para que desistiera diciéndole:
-No te lo recomiendo, mejor busca otra carrera y si después de concluirla sigues con la misma idea, adelante.
Finalmente, su hija Mónica decidió estudiar licenciada en administración de empresas y con el paso del tiempo le dio una nieta de nombre Regina; su hija menor se llama Jessika y estudió la carrera de ingeniería en computación en el Tecnológico de Matamoros, igual que su hermana.
Regresando al tema del periodismo es importante mencionar que en 1987 su primera etapa en el periódico El Bravo concluyó, quince años desde 1972 se acabaron por solidaridad y romanticismo periodístico.
Los dueños de El Bravo llevaron a Gonzalo Martínez Silva quien había trabajado en El Popular y que antes de su llegada golpeaba desde su trinchera mediática a la empresa a la cual llegó como subdirector diciendo entre otras cosas que precisamente El Bravo no tenía nada de bravo y esto creo una animadversión en todos los periodistas y empleados de este medio.
Natividad Alemán juntó a todo su equipo y les dijo:
-A partir de hoy todos se van a dirigir con Gonzalo, él es quien va a definir la línea editorial y será el jefe de todo.
Todos lo escucharon con atención y suspiraron contrariados, por un momento ese suspiro se propagó por toda la habitación, hasta entonces todos los que lo escucharon habían vivido en su trabajo muchos tiempos de convivencia y, sin embargo, fue un solo segundo, siempre es uno, el que puso en ebullición todo su mundo interior, que, al escucharlo, todos se quedaron perdidos en consideraciones profundas en un largo y espeso silencio y donde se daba en todos una lucha íntima.
Se preguntaban por qué los jefes habían traído al señor Martínez Silva y el Señor Alemán volvió a tomar la palabra y les dijo:
-En este momento no sé qué decirles ni qué voy a hacer, pero mañana les diré mi resolución.
Al día siguiente el señor Natividad Alemán llegó con su renuncia firmada y como un gesto de solidaridad se dieron más renuncias en efecto domino. Se fueron el mismo Norberto, Felipe Valle, José Canales y Miguel Garay entre muchos otros. Este momento histórico del periodismo en Matamoros coincidió con una visita de Miguel de la Madrid Hurtado; resumimos lo que en aquel entonces escribió en su momento el periodista Lupe Diaz desde Ciudad Victoria: “La noticia de la visita de Miguel de la Madrid a Matamoros paso a segundo plano por debajo de la renuncia masiva de reporteros de El Bravo”.
Norberto decidió después de su renuncia tomarse quince días de descanso para tratar de interpretar los misterios de la vida después de lo que había experimentado con su salida pues nunca se había conformado con una definición prosaica del periodismo y necesitaba respuestas; sin embargo su sorpresa fue que casi inmediatamente recibió la llamada de Manuel Montiel, jefe de prensa del entonces gobernador Américo Villarreal Guerra, para invitarlo a Ciudad Victoria a trabajar en el gobierno del Estado, su respuesta fue:
-Déjeme tomarme unos días y yo le aviso Don Manuel.
En esos pocos días después de su renuncia se encontró también a Juan B.
García, dueño y director del periódico La Opinión quien también lo invito a trabajar; pero para entonces sus amigos que habían renunciado con él ya estaban incorporados a el periódico “Y Punto” y lo conminaron para que fuera a platicar con la jefa de personal Gabriela Flores y ella en cuanto lo tuvo en frente para la entrevista de trabajo le dijo:
-Queremos que usted sea el jefe de información del periódico.
Norberto sorprendido le respondió:
-Espéreme señorita, a mí me dijeron que me querían como reportero.
-Pues no, lo queremos como jefe de información, le pagaremos 100 pesos diarios.
Norberto ganaba entonces 45 pesos diarios. Finalmente aceptó la propuesta que adicionalmente incluía las comisiones por venta de publicidad. Entendió que el destino arrastra solo a quien se deja arrastrar.
El tiempo hablará.
Esta historia continuara.