El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, se apersonó en Tamaulipas visitando los polos más importantes de la entidad, en el sur, centro y norte, a fin de dar una amplia explicación de la Reforma Judicial y las reformas que ya vienen de acuerdo al proyecto de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para construir el segundo piso de la Cuarta Transformación, a fin de retornar el poder al pueblo. Coloquialmente, se puede decir que el senador se echó a Tamaulipas a la bolsa.
No podía ser de otra manera: Noroña es pueblo raso con ansias de justicia; es pueblo que se ha ganado en las calles, en la cárcel, en las protestas, en los enfrentamientos con las fuerzas represivas y en las tribunas parlamentarias, su derecho a ser escuchado y atendido en sus más caras demandas, que no son otras que el respeto y el cumplimiento de los derechos a que es acreedor como protagonista de las más aciagas y luminosas batallas históricas por la libertad y la justicia.
Su activismo político empezó en las plazas públicas cuando defendió a los deudores de la banca de los colosales abusos que hacían crecer los montos acreditados en un cien por ciento de la noche a la mañana, con la complacencia del gobierno de Ernesto Zedillo, quien finalmente rescató a los banqueros con el mayor fraude de la historia de México, conocido como Fobaproa y después convertido en Ipab, que todavía gravita sobre las arcas nacionales y los bolsillos de los aborígenes.
Venido de la entraña misma del pueblo, como ya sabes quién, ha abrevado experiencias gastando las suelas de sus zapatos para conocer, en presencia y de viva voz, los problemas que padece la gente, cuyos clamores no llegan a los escritorios del altiplano. A Gerardo Fernández Noroña el pueblo lo conoce y reconoce como propio, como uno más que vive y padece los problemas de la mayoría de los mexicanos, convertidos en esclavos y consumidores cautivos por las hordas neoliberales.
Es sociólogo, pero más que libar en las aulas los conocimientos científicos y humanistas del comportamiento de los hombres y las mujeres, y su impacto en las sociedades, lo ha asimilado en la lucha por la vindicación de los derechos humanos atropellados por los adoradores del becerro de oro, que anteponen la riqueza a la esencia del ser humano. Apertura, valor, consistencia y autenticidad, son los atributos con los que este político se ha ganado a la gente.
La presidenta Sheinbaum lo rescató del ostracismo al que quisieron condenarlo correligionarios con malas intenciones; no se equivocó, en el Senado ha hecho un papel impresionante, logrando las mayorías calificadas que sacaron adelante las reformas ya aprobadas y seguramente las que siguen, para retornar a México a la posición de privilegio que tuvo durante el periodo revolucionario. Eso ha acrecentado el reconocimiento popular que lo sitúa en la punta del grito.
En Tamaulipas el mensaje de Gerardo Fernández Noroña fue claro y conciso, tanto en la palabra como en la actitud: La Cuarta Transformación sigue bajo la firme conducción de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y en la entidad con el gobierno del Dr. Américo Villarreal Anaya. Quien no lo entienda, que se atenga a las consecuencias, porque en la democratización de la vida pública de México, ni un paso atrás.
Con acciones como la del senador, se acendra la confianza del pueblo de México y de Tamaulipas. Dice un viejo y conocido refrán que cuando está por amanecer, la oscuridad es más intensa; quizá por ello los problemas se han agudizado y muchos han lanzado su cuarto de espadas, sin entender que el movimiento de regeneración nacional no es un simple acrónimo sino un proyecto de largo alcance cuyas etapas se han ido cumpliendo inexorablemente.
Como muestra de la importancia que tuvo para Tamaulipas y los tamaulipecos la serie de Asambleas Informativas sobre las Reformas Constitucionales de Noroña, ayer se hizo un examen exploratorio de los medios de comunicación masiva que dieron cuenta del evento y prácticamente la totalidad hizo referencia al fuego que ocurrió en una de las puertas de la camioneta que utilizó para su traslado a los diferentes puntos de la geografía tamaulipeca; sin embargo, la gente se enteró y se le entregó al tribuno.
¿Cómo no va a ser así?, si Gerardo aprovechó su estancia en las principales poblaciones del estado para pasear por las plazas públicas, recorrer las calles, saludar y escuchar a la gente, degustar de la comida popular, especialmente los deliciosos, aunque humildes, manjares que vienen a constituir la alimentación cotidiana norestense. No que quisiera darse baños de pueblo como los políticos fifís, sino para identificarse con el tejido social del cual proviene.
Alguien dijo en el mercado: “A Noroña no lo compro, ¡es nuestro!”.