El Estado de la obesidad. Tamaulipas en eso se ha convertido, bueno, también en otras cosas, tan malas o peores que registrar el primer lugar nacional en obesidad infantil y segundo en obesidad adulta.
El doctor Norberto Treviño dio declaraciones al periódico El Norte, donde ratifica esos dos, nada honrosos, primeros lugares en gordura.
Lo de la obesidad es como el tema del narcotráfico, fue creciendo de manera paulatina, pero sostenida, hasta convertirse en un problema de enormes proporciones.
Tal vez el crecimiento del número de personas obesas se debe a que Tamaulipas entró en una etapa de prosperidad que permite comprar alimentos procesados que resultan más costosos.
El hecho de que sea la frontera y el sur de Tamaulipas los que tengan los mayores índices de gordura no es producto del azar.
Y tal vez está relacionado con el poder adquisitivo.
Ambos polos de Tamaulipas tienen mayores posibilidades económicas. En el norte la influencia de Estados Unidos es evidente en la forma como se alimentan los fronterizos.
Y en el sur, no existe esa influencia, pero sí empresas como la Coca Cola que tiene un buen nicho de mercado entre los habitantes de la zona conurbada.
Y si a ello se le agrega el sedentarismo, la situación se complica todavía más.
Los habitantes del centro del Estado, en municipios como Hidalgo, o la propia Ciudad Victoria, que aun siendo la capital no cuentan con el poder adquisitivo del norte o del sur, están representados en esa gráfica de obesos pero en menor medida.
Aquí todavía se consumen alimentos más o menos en su estado natural.
Aún es común encontrarse a los vendedores de jugos de naranja o toronja en la calle ofertando sus productos, algo impensable en las ciudades fronterizas.
Y otra cosa, la gente, muchos de ellos trabajadores de la construcción, usan sus bicicletas para desplazarse, lo que contribuye a ejercitarse y evitar la gordura.
El doctor Treviño plantea que se requerirán muchos recursos para atender a los enfermos con padecimientos crónico degenerativos propiciados por la obesidad.
Y aquí queda perfecto lo expresado por una nutrióloga cuando se le planteó que una madre o un padre diabético, pueden contribuir a que sus hijos sean diabéticos.
La nutrióloga dice: “La diabetes no se hereda, lo que se hereda son los malos hábitos alimenticios”.
El símil entre obesidad y narcotráfico es real, de ambos se ha sabido de su existencia a través de los años.
Pero en ambos casos la sociedad tamaulipeca y sus gobiernos dejaron que fueran creciendo a niveles que ponen en riesgo la estabilidad de todo Tamaulipas.
¿Cuál será la fórmula para disminuirlos, antes que rebasen la capacidad de respuesta de las instituciones?.
Sin duda la participación ciudadana es imprescindible para lograrlo.
Asumir la responsabilidad sobre la alimentación y la salud de los hijos y la suya propia, es un buen comienzo.
También asumir la responsabilidad sobre el comportamiento de los hijos y del suyo propio, es otro buen recurso para luchar sin balas contra la delincuencia organizada.
En ambos casos se requiere voluntad y compromiso con una vida más sana, en todos los sentidos.
LA FRASE
“…como experto puedo decir que, la exigencia de convertir a la Estafa (Estela) de Luz en un monumento a las víctimas de la narcoguerra calderónica es un despropósito: primero porque, qué culpa tienen los caídos de estar condenados a compartir su destino histórico con tamaña madrola desprovista de garbo y duende; y segundo porque dadas las condiciones de producción de muertos, es muy probable que ni los 40 metros alcancen para poner todos los nombres de los que falten por caer”, extracto de la columna publicada por el periodista Jairo Calixto Albarrán, en el diario Milenio.
Y acotaríamos, qué nombres incluirán, los de los civiles muertos, los de los delincuentes, o de los policías, marinos y militares, o bien, los de los políticos asesinados en este ambiente revuelto.
¿Cuáles?
Porque hay una danza de cifras inmensa, están las de los periódicos, que llevan su propio apunte, las de las autoridades estatales, que no corresponden a las que tiene la federación.
Ahora sí que entre tanto número, los mexicanos estamos perdidos, literalmente.
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