(Cuarto de una serie)
Bahía salió como una bala con una pelota que le toca al espacio profundo el Zurdo Juan Antonio Flores Barrera. La cancha estaba enfangada, bastante deteriorada por la lluvia.
El brasileño se quitó a uno, dejó a atrás a otro que le tira una patada, pero no le da, encaró al portero y le tira el agarrón con las manos, se lo sacude, casi cae, toca el pasto con la mano y se endereza, gambetea a otro, se quita la barrida, y tira el zurdazo cruzado que pasa entre dos defensores. Golazo.
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Tiempo después, le comenté a Edgardo Codesal durante una comida en El Gaucho:
– Doctor, me dio la impresión que pitaste penalty.
– Sí… señalé el punto penal, pero aguanté, aguanté…Yo pensaba, ‘que lo meta, que lo meta’. Y cuando tira Bahía, nada más extendí el brazo e indiqué al centro.
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Un árbitro sin la capacidad de Codesal, se habría anticipado, sin aplicar la ley de la ventaja, y le habría arrebatado la gloria esa noche a Mota.
Y como ese gol de Mario hubo muchos excelentes en los Clásicos.
Uno de los más recordados será aquel del Guille Franco, que llega al área queriendo conectar de cabeza un centro tendido, el balón apenas le roza el cabello, se impacta en la punta de su zapato izquierdo puesto en el pasto… ¡y entra en la escuadra!.
Esa noche, yo dije: Dios vino al Tec y se divierte haciendo travesuras. Lo vuelves intentar un millón de veces y no volverá a salir igual…
La historia de los Clásicos encierra verdaderas joyas de juegos fieramente jugados y adornados con goles que quedan ahí para la posteridad. Recuerdo un golazo de Claudio Núñez de media distancia; uno de Chima” Ruiz, “de palomita” o un zapatazo de Güeldini que tiró casi creo que desde el estacionamiento y era un misil que se movía más que un ‘screwball’ de Valenzuela y el arquero felino tuvo que ir por él al fondo de la red.
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Un domingo, durante un partido de softbol, le comento al primera base, llamado Osvaldo Batocletti, cuando lo vi que encendía un cigarrillo:
– Bato, pensé que ya no estabas fumando.
Hace un gesto de molestia y al mismo tiempo sonríe.
– Pos sí, esta madre… son mentolados; es como bailar con una hermana. No saben a nada, jajajaja!.
Cualquier parecido…
Si le preguntara por los Clásicos actuales, la respuesta sería similar.
Cada vez son más descafeinados.
Ver secar la pintura de una banca en el parque genera más adrenalina.
Los días previos son de tensión, ésa de la que le hablaba ayer.
En la cancha, ya es otra cosa.
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A un defensor de Tigres de los 80, le dijo su entrenador:
-Me deja pasar a ese hijueputa por la banda, y yo le voy a cortar los huevos a usted.
Hoy, ni pensarlo que haya esas instrucciones. No en ese tono.
Los silbantes han contribuido a eso.
Una cosa es proteger a los hábiles, a los futbolistas virtuosos; otra, marcar cualquier rozón y que se dejan caer hasta porque los ven feo.
Vi en el futbol femenil de la MX partidos donde las chicas mostraban más profesionalismo en ese sentido, que muchos payasos y maricones consentidos por los árbitros que se revuelcan por cualquier cosa en el pasto, como electrocutados.
Por suerte en estos dos equipos que juegan esta noche no hay de esos. Lo digo en serio. Hay uno, pero tiene tiempo de no aparecer.
Sin embargo, la fuerza, la pasión, la garra que requieren este tipo de duelos, normalmente brilla por su ausencia.
No van a arriesgar de más, pudiendo cumplir haciendo presencia.
Ojalá me equivoque.
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Esta noche esperamos buen futbol. Que se sacudan el hielito de los hombros y le metan coraje al asunto.
Ojalá sea un partido acorde a la expectativa.
La gente, de uno y otro equipo, la mejor afición de este país, no se merece menos.