¿A dónde va… a ver a Beto? ¿va a trabajar, verdad?-, me dijo un gringo soflamero.
Lo que si te digo brody, que los güeros aduanales se la bañan con sus cuestionarios chinos.
-De verda’, yo no sé dónde vive. Sé que tiene su house en Mission, pero yo no voy a chambear.
-Es que acaba de pasar al otro lado, qué casualidad-, me dijo el pelao de la Police Patrol.
Y yo casi con mi sombrero de paja como mexican, todo azorrillado, con los ojitos a medio morir: “no voy a trabajar, voy a tomarme unos días de relax”.
Por qué será que cuando salimos de vacas, los güeros nos tratan tan mal. Será que ese día no me bañé con el jabón del perro agradecido, o me levanté con la pata chueca, media zurumbata.
Pos si todavía no gana Donald Trump, ni quien quiera ir allá con lo recaro que está el dólar.
Luego de un obligado receso vacacional, empensé que era el acabóse, que esto de las letras ya no se me daba. No tenía ganas tenía de escribir, estaba todo desguansado.
Ya no podría contarles a mis tres fans del “cock a doodle doo” (quiquiriquí, pa’ que me entiendan) de mi cuadra, el kareoke de mi vecina que se creiba Rocío Durcal, los pregoneros de “si en tu casa pasan, di que tomas agua Blanquita”, como de otras cosillas casuales de aquí en la border.
“Extrañaremos tus anéidotas de la border”, me texteó mi amigo Paco Berridi. También estaban bien tristes Laurita Sequeda y Miriam Olea, de las pocas fans de mi “colugma”.
Y es que cuando pierdes una chamba sientes como un patadón allá donde te platiqué y luego caes en la renegrida realida’.
“Párale vieja, dile adiós al caldito de res de la Estrella y a los taquitos encebolla’os del Mezquite”. Puro lonche de fiambre y mortadela con pan barato de Soriana, pero con mucha lechuga pa’ que rinda.
Ya no estábamos para los lujos de ir los domingos a la barbacha de los Jiménez o a los frijolitos charros con carnita de los Hernández.
Pos ¿qué no te juistes a Monterrey?-, me empreguntaron-, ya te hallaba allá en la tierra de la machaca.
En este verano cuando me dijeron de sopetón que iba a dejar de calentar mi silla, y que tomara mis tiliches, pos nos juimos unos diítas a Houston… total, como unas vacations adelantadas.
Allá juimos con el huerquillo Didier a visitarlo un tiempecín. “Ya saldrá algo, ten fe”, me decía.
Allá en la tierra que perteneció a México, juimos a las pulgas a probar la nieve de mango de a dólar, los nachos con chili y jalapeños, pura antojadera la mera verdad.
Nos tomamos muchas selfies pa’l Face y compramos baratijas, ni que no las vendieran en la pulga Jarachina.
Eso sí teníamos retehartos dólares, que poco a poco se fueron acabando, hasta volver a este pueblo donde sopla mucho la tierrita.
Ya estaba yo con la pata en el estribo, todo agüitado. “Vamos a vender algo, al fin y al cabo semos comerciantes. Vamos a las pulgas a ofrecer DVDs a 20 pesos, al fin tienes chorros”, me dijo mi vieja.
De repente como que pa’ tras los filders. Surge una luz en el firmamento.
Como que me urgía poder contarles muchas cosas, no sólo que Rosa María se la ha pasado llorando por la ausencia de Juanga, porque bien que canturrea sus canciones.
Eso de “Fue un placer conocerte” como que todavía falta.
Ahora que regreso voy a decirles lo que se me antoja, espero que aguanten mi bigote retorcido, no porque lleguen más nubarrones, sino porque ‘tá canijo sobrevivir en esta época de crisis. Por lo pronto andamos “on the road again”.
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