El asunto de la investigación abierta contra Petróleos Mexicanos por parte de la Secretaría de la Función Pública sólo es un show que encubre un millonario negocio que favorece a gente allegada a los tres niveles de gobierno.
Según nos explican hay dos tipos de ladrones de combustible, los que roban materia prima y los que hurtan refinados, que se transportan a través de los poliductos y gasolinoductos, de un punto de refinación, a otro de distribución.
De hecho, el recorrido es de una agencia de ventas, hacia un punto de distribución.
Los mañosos llegan y se conectan con herramientas especiales en donde perforan el ducto o el tubo, con la presión de operación existente.
Esos aparatos, los Retriver, son de alta especialidad, costosos, importados y no cualquiera los sabe operar, sólo las personas que han trabajado de manera transitoria, eventual o fija en Petróleos Mexicanos.
La red de ductos que existen en el país están enterrados y para poder acceder a ellos, se tiene que conocer el derecho de vía, escarbar para poder conectar una herramienta llamada Niple Cosasco y sólo Petróleos Mexicanos tiene los mapas de localización de la tubería, por lo tanto hay fuga de información, ya sea por gente en activo o retirados, por jubilación o término de contrato.
Cuando se identifica el tubo, con las herramientas de corte se hace la perforación y la colocación de las válvulas y de esta manera instalar una toma clandestina.
Esa toma clandestina puede quedarse por años.
La tecnología puede ser tan sofisticada que se puede controlar a distancia el flujo del combustible.
Es más, las instalaciones de estos ladrones incluyen construcciones bajo tierra donde esconden pipas que salen llenas de gasolina o materia prima, que es llevada a Estados Unidos para procesarla.
El tubo tiene una presión de operación, obviamente cuando se está ordeñando, debe haber una pérdida de presión en las estaciones donde se controla la operación del ducto y si no se reporta o se detecta, es debido a varios puntos:
Obsolescencia en los equipos de monitoreo o que no hay control.
Y en caso de existir el equipo actualizado, no existe el seguimiento a ese monitoreo de manera adecuada.
Y de acuerdo a las afirmaciones de quienes dirigen la paraestatal, Pemex ha invertido grandes sumas en el mejoramiento y equipamiento de sus instalaciones, en pocas palabras están montando un circo, donde los responsables de Petróleos Mexicanos no están ajenos al tráfico ilegal de los combustibles.
Porque los controles para vigilar el flujo de los mismos existen y funcionan, pero son insuficientes.
De acuerdo a nuestro informante, la gente dentro del gobierno, incluidas las esferas de los tres niveles, y hablamos de la federación, el estado y los municipios, tienen que ver en este asunto porque a Pemex se le autoriza cierto presupuesto, el cual es insuficiente para las inversiones requeridas en infraestructura petrolera.
Por qué no destinan más recursos para el mejoramiento de las instalaciones, mañosamente para que sigan funcionando sistemas obsoletos y que siempre exista una disculpa y la ordeña de combustibles continúe favoreciendo a una mafia integrada por gente de Pemex y de altos niveles de gobierno, coludidos con miembros de la delincuencia organizada, que no precisamente son narcotraficantes, sino ladrones de cuello blanco, muy bien organizados.
En Reynosa el año pasado uno de los vigilantes denunció el robo de combustible y apareció muerto encajuelado. Este asunto apesta, aquí se requiere que el ejército intervenga para que monte la vigilancia para evitar que continúe ese robo y que además, Pemex y las autoridades que dizque los investigan, se quiten de simulaciones y escarben entre los funcionarios de alto nivel.
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