El político es corrupto por naturaleza. La bajeza de sus valores se refleja muchas veces en su conducta pública, pero lo que creemos es imperdonable tiene mucho que ver con el ejemplo que siembra en sus hijos o en las orientaciones con que norma el futuro de los mismos, porque la sociedad sale perdiendo. Esos críos se vuelven un peligro por su prepotencia y rapacidad desde niños, aunque afortunadamente hay sus excepciones.
La realidad comprobada por estudios psicológicos muy serios es que los hijos tienen como arquetipo, en primera instancia, a su progenitor. Es su modelo. Es su inspiración y casi siempre siguen su carrera profesional, también con algunas excepciones. De ahí que hay que tener mucho cuidado de la forma en que se educa a los hijos y no ser motivo de desvíos en su vida por haberlos inducido al mal, como lo hacen algunos papás corruptos.
Por lo general, un papá corrupto, que ha hecho su carrera política a base de triquiñuelas y relaciones perversas, tiende a impulsar a sus hijos por el mismo camino, puesto que el apetito del poder, del dinero y de las pasiones carnales es contagioso, y se acepta como una motivación para lo que sus mentes chuecas llaman éxito o triunfo social. Inclusive le hacen ver a todo mundo que ahí está la felicidad en este mundo.
Las lecciones a ojos vistas y las enseñanzas de su propia clase social privilegiada, una vez que han alcanzado el poder, no son otras que las de llegar, algún día, a vivir de esa corrupción que ya no les apena ni les inhibe porque el ambiente impune en que han crecido los hace verse seguros de que, a fin de cuentas, no les va a pasar nada, además de que las críticas y denuncias en los medios masivos las aceptan como “parte del show”, con tal de que no les afecte su fortuna.
La fama y la imagen pública son lo de menos si no toca sus inversiones y bienes materiales. Es más, la mayoría de esos papás corruptos inculcan a sus hijos que toda esa sarta de comentarios negativos hacia su persona es por pura envidia.
Por eso no es de extrañar que el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, pertenezca a ese tipo de familia en que el jefe de la misma no tiene vergüenza de, presuntamente, robar, de acuerdo con expertos legistas, a pobres ejidatarios de Mina, N. L. 2 mil 430 hectáreas, haciéndose pasar por campesino este tipo que fue consejero jurídico en el anterior gobierno de Natividad González Parás, lo que le facilitó conseguir que uno de los suyos lo sucediera en el cargo.
Pero no solamente él se hizo pasar por campesino sino que encubrió en esa misma tutela a su esposa y otros dos de sus hijos, además de a un diputado local del PRI para el vil despojo a los pobres ejidatarios, porque este papá corrupto tenía información privilegiada para lucrar posteriormente con estos terrenos donde se está construyendo un nuevo penal de alta seguridad y donde se proyecta crear la Ciudad Judicial y un Parque Eólico, además de áreas habitacionales y un gran centro comercial. Nada tonto el tipo.
El diputado Francisco Cienfuegos, hijo de un ex porro universitario y yerno de un ex rector de la UANL bien pintado de PRI, proviene de la misma escuela familiar, y por eso aspira ahora a ser el alcalde de Ciudad Guadalupe, pues ya trae en sus alforjas la semilla del éxito político, a como dé lugar.
Sin embargo, hay otro caso que ha detonado un mayúsculo escándalo político en Jalisco, porque Leonel Sandoval ha sido denunciado de fraude y corrupción por hacer campaña descaradamente a favor del PRI y por gritar a los cuatro vientos que su hijo, el gobernador del Estado, Aristóteles Sandoval, apoya al candidato del PRI para la alcaldía de Guadalajara. Y la acusación es contundente porque se trata de un Magistrado (imagínese el lector lo que representa semejante cargo).
Así es, el Magistrado Leonel Sandoval debió inclusive ser reconvenido públicamente por su hijo Aristóteles quien le pidió solicitara licencia a su cargo y lo retomara después de los comicios del 7 de junio, pero el daño ya estaba hecho. El papá corrupto dio lugar a quejas electorales de todos los partidos y en Guadalajara ha repuntado la intención del voto en contra del PRI y eso trae muy preocupado al gobernador, que de por sí es una “fichita” que provocado denuestos de los moralistas que se fueron de espaldas cuando una mujer lo demandó por presunto abuso sexual.
Por tanto no queda más que preguntarse: con esta clase de papás tan corruptos ¿qué le espera de futuro a la sociedad? Y es que no se trata de buscar la perfección ni de tirar la primera piedra y no sentirse pecadores, pero hay mínimos no negociables, especialmente en lo referente a la moral. Aunque ya sabemos que estos tipos no olvidan que el cacique de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos, daba una definición a su medida del concepto MORAL: “Es un árbol que da moras”, y no hay que hacerle caso.
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