En mayo del año pasado Francisco García Cabeza de Vaca estaba en la lona, agonizaba su supuesta popularidad y el panismo de Tamaulipas pudo aplastarlo y deshacerse de él. Pero si un partido en México es sinónimo de traiciones, ese es el PAN, y el corrupto senador lo sabe muy bien.
Ahora puede estar festejando con la victoria de su pelele candidato a la dirigencia estatal del albiazul, pero hace ocho meses arrastraba la cobija cuando perdió Ernesto Cordero Arroyo la presidencia de Acción Nacional en Tamaulipas, debacle que se replicó a nivel nacional.
En el PAN las traiciones son el pan de cada elección interna o cada nominación directa. En 2010 el senador que tiene como sello tatuado la corrupción fue relegado cuando quiso ser candidato a gobernador, lugar que ocupó José Julián Sacramento Garza.
El comité ejecutivo nacional de ese partido tuvo en sus manos el expediente negro de Cabeza de Vaca, donde el enriquecimiento inexplicable de él, sus hermanos y funcionarios cercanos en su gestión como alcalde d Reynosa, en automático lo eliminó en su sueño enfermizo de robar el patrimonio de los tamaulipecos.
Y aunque este domingo sacó las botellas de champaña para festejar, en 2016 deberán ser los servicios de inteligencia del gobierno federal quienes sacarán fotografías, grabaciones y pruebas de sus nexos con personajes del crimen organizado, y su descomunal fortuna que nunca podría justificar.
Cabeza de Vaca pudo comprar el voto de la militancia, sobre todo del centro y sur de Tamaulipas, donde no conocen de su debilidad para robar, porque en los municipios del norte es repudiado, incluyendo en su natal Reynosa, donde pierde cada vez que apoya un candidato desde 2007.
Y sucederá lo mismo el 7 de junio, en caso de que llegue a ganar la contienda interna para lanzar a su delincuente hermano Ismael, como abanderado del PAN a diputado federal por el Distrito 2.
Si bien su pelele candidato a la presidencia estatal ganó, en Reynosa los panistas volvieron a demostrarle que tienen memoria y lo hicieron perder. Para la mayoría de la militancia es voraz, pillo, no tiene palabra y es traicionero.
Este domingo 11 la derrota fue un duro golpe para los alcaldes de Matamoros y Nuevo Laredo, Leticia Salazar y Carlos Canturosas, que minimizaron la capacidad de su contrincante. Vaya, fueron chamaqueados de manera inocente.
Salazar y Canturosas tienen a su favor el presupuesto, no así su antagonista que lo presume pero no lo gasta.
Y si los alcaldes quieren rápido darle vuelta a la página deberán incluir a la militancia albiazul que fue ignorada. Y reclutar a quienes en 2007 fueron factor para que Cabeza de Vaca perdiera esa y tres veces consecutivas la alcaldía, y apestado saliera huyendo de Reynosa.
Porque ante la verdad publicada y documentada no hay antídoto. Y si algo hace que la opinión pública desprecie en las urnas a un político es cuando un medio de comunicación demuestra la corrupción, como pasó en 2007. ¿Recuerda eso senador? Yo estoy listo.