En Tamaulipas entraremos a una etapa en que la mayoría de los ciudadanos que tienen una razonada e inteligente preocupación por esta parte geográfica que nos tocó habitar en esta vida, tendremos el sueño que se presenta cada seis años en el sentido de que haya una sustancial mejoría en todo lo concerniente a este terruño.
Hemos tenido gobernadores, unos que generaron más expectativas que otros antes de ejercer el poder, unos más denostados que otros después de abandonar el poder.
Hoy tenemos dos propuestas reales, por un lado Baltazar Hinojosa Ochoa (PRI) y por el otro, Francisco García Cabeza de Vaca, aún y que son ocho los candidatos para la gubernatura, la verdadera batalla electoral está entre estos dos personajes, ambos con biografía inmediata que nos permite analizar el grado de eficiencia en el ejercicio del poder de estos dos contendientes, y que mucho concierne a nuestro Estado; los dos ex alcaldes, Baltazar de Matamoros y Francisco de Reynosa, con diferentes sesgos al entregar sus respectivos informes al final de sus administraciones. El de Matamoros dejando una deuda en ceros, no así el de Reynosa.
Siempre queda la duda de cómo un candidato tan prometedor se puede perder en medio de los vericuetos del poder. La única explicación posible, para un servidor, querido lector, es la química.
Siendo, quien escribe estas líneas, hijo de una madre de profesión Química, recuerdo cuando me decía que toda la vida es química de algún modo. Más a detalle me comentaba que Aristóteles afirmaba que los elementos, base de todo, tiene su composición fundamental de los cuatro que existen: Tierra, Agua, Aire y Fuego. Los elementos no son estables si aplicas calor o presión y en ocasiones cuando se les destila pueden llegar a ser tóxicos. Es decir las condiciones que rodean a un candidato, tienen una estructura muy distinta a las condiciones que rodean a dicho candidato pero ya como gobernador.
En este momento, como ciudadanos, nos toca soñar que es posible controlar el medio ambiente de nuestro futuro gobernador para que en ese proceso de destilación que podríamos llamar, “Toma de poder” no resulte el producto final un elemento tóxico para nuestro Estado.
Los escritores clásicos mencionan que los seres humanos estamos dotados de fuerzas buenas y malas que nos pueden controlar según sea que nuestro medio ambiente nos lleven a fortalecer una u otra. El caso que me viene a bote-pronto es el de Hamlet, personaje del escritor británico William Shakespeare.
No hay razón que justifique la fingida locura de Hamlet, puesto que las bellezas que se advierten en él, y los defectos que manchan y oscurecen sus perfecciones, forman un todo extraordinario y a veces monstruoso.
Hamlet se encuentra y se pierde en lo cotidiano de su vida, y como él, los ciudadanos somos elementos “químicos” que debemos aspirar a ser, con quien nos gobierne, protagonistas de una destilación que nos incumbe a todos. En la tabla periódica de Tamaulipas estamos todos incluidos.
Mas ese hallarse o perderse como tamaulipecos en las laberínticas revueltas del hacer de cada día forma justamente la trama constitutiva del vivir humano. No se trata de que cada candidato despliegue ante los ciudadanos o potenciales electores un muestrario de buenas o malas finalidades, sino de expresar en un estilo congruente con nuestra realidad actual el inicio del proceso para sacar verdaderamente adelante a nuestro amado Estado tamaulipeco.
Tamaulipas debe ser, per se, una finalidad sugerida o incitada por quien sea el próximo gobernador, que el ganador de las próximas elecciones tenga el talante suficiente para armar hogueras interiores en ciertas almas dispuestas a dejarse inflamar por su amor a esta tierra que nos vio nacer, entendiendo que las palabras habladas son a veces flechas que tocan en la mente y en el corazón, o rebotan sin ningún efecto. De todo hay.
Se puede presentar a nuestro Estado como asco y maldición o embellecer unidireccionalmente amores y heroísmos que los hay de forma sobrada pero pocas veces publicitados; lo ideal es salir todos como ciudadanos tamaulipecos al mundo que nos ha tocado vivir y ver qué acontece al pretender ser todos o la mayoría, o quizá un número suficiente de ciudadanos revestidos de un nacionalismo en favor de Tamaulipas, pretendiendo reaccionar favorable y óptimamente al contacto de gente y cosas, entendiendo que todo mundo quiere o pretende algo, se esfuerza por lograr o conservar esto o aquello, sumar consensos, buscar las coincidencias, pausar las diferencias, evitar la pretensión desmesurada y obscena de riquezas que hoy más que nunca laceran colectivamente el sentido de pertenencia de cada ciudadano que se precie de amar a nuestro Tamaulipas. Que ésto sirva de inspiración para quienes arriben al poder en octubre próximo.
¿Cómo imaginar o decir algo a tono con el bienestar integral de nuestro Estado? Quienes no participan ya de la fe o no se contentan con la peripecia sentimental y romántica de un mejor Tamaulipas, quienes buscan sólo la satisfacción de sus intereses mezquinos a costa de lo que sea pues al fin y al cabo la corrupción y la impunidad son inherentes a cada persona de nuestro terruño, a esas personas ¿Qué curso intensivo de amor por su Patria podrán tomar?
El filósofo francés Maine de Biran gustaba de citar un verso de Ovidio: “Vivit et est vitae nescius ipse suae” (El hombre vive en ignorancia de su propia vida). Las ideas de esfuerzo y voluntad tomaron en aquel filósofo un valor nuevo:
La libertad o la idea de libertad, si se le toma en su fuente real, no es sino el sentimiento de nuestra actividad o de ese poder de obrar, de crear el esfuerzo constitutivo del “yo tamaulipeco” y como bien decía el filósofo alemán Fichte: El “yo” se ofrece en la esfera práctica como una voluntad que necesita para seguir existiendo una resistencia. Sin resistencia no puede el “yo” independizarse. La conciencia del “yo tamaulipeco” y el hacer de la inteligencia son inseparables. Por estas vías, el hacer vital en que el verdadero ciudadano tamaulipeco se hace, iría adquiriendo significación cada vez más, de primer plano.
No se trata de simples moralidades, se trata de sembrar por medio de voluntades y de buenas intenciones, un programa integral de educación que trascienda las aulas y empape a la mayoría de los ciudadanos en Tamaulipas en un programa de renovación constante de principios de vida que aporten a la existencia y nos brinden un empaque existencial para poder sacar a nuestro Estado de esa espiral que lo lleva cada seis años de ninguna parte hacia ninguna parte.
En Tamaulipas desde hace mucho sabemos a la perfección que la realidad del vivir es un proceso dinámico, angustiado y siempre problemático. Esperamos que tomen acuse de recibo de forma positiva quienes en breve tomarán las riendas del Gobierno del Estado.
Cualquiera que sea el candidato elegido, ojalá tome en cuenta este sueño de un ciudadano común. Esperamos que las propuestas no sean un instrumento ciego sino agentes con intención.
Por otro lado me preguntaban que cómo veía a los principales contendientes en estas elecciones para la gubernatura de Tamaulipas, refiriéndose dicho cuestionamiento particularmente a Baltazar Hinojosa Ochoa por parte del PRI y a Francisco García Cabeza de Vaca por parte del PAN. De Baltazar es obvio sus logros a lo largo de toda su vida dentro del sector público. Es un boxeador de peso pesado en política. De Francisco García Cabeza de Vaca expresé que: Hace falta pesar mucho para ser boxeador de peso pesado; pero no por pesar mucho se boxea bien.
El tiempo hablará.
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