Los maestros de Reynosa han manifestado su repudio a las tácticas de desestabilización que llevan a cabo el secretario general de la Sección XXX del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Arnulfo Rodríguez Treviño y sus secuaces en varios municipios de la entidad, buscando descarrilar el proyecto de actualización y mejoramiento del sistema educativo en Tamaulipas, encomendado por el gobernador Américo Villarreal Anaya a la Mtra. Lucía Aimé Castillo Pastor.
Cuando, tratando de hacer presión para recuperar sus privilegios y prebendas perdidos con el gobierno de la Cuarta Transformación, irrumpieron en repetidas ocasiones en los eventos de actualización profesional de maestros y cuerpos directivos, impartidos por especialistas enviados por la Secretaría de Educación, recibieron una rechifla y fueron desalojados al grito de fuera bribones y representantes charros. Nos les quedó más remedio que agachar la cabeza y salir con la cola entre las patas.
Personalmente, el secretario de Organización II de la Sección 30, profesor José Irám Rodríguez Limón, se presentó, junto con el resto de la llamada Banda de los Cuatro, integrada además por Ulises Ruiz, Guadalupe Acuña y Jaime Olvera, en el aula magna de Universidad Tecnológica de Tamaulipas Norte para detener los trabajos de formación académica e imponer su ley, porque, según sus argumentos, en el sector magisterial de Tamaulipas, ellos mandan.
Quizá hubo un tiempo, cuando mandaba galleta en el país la “maestra” Elba Esther Gordillo, dueña del SNTE por encargo de Carlos Salinas y operadora del sistema electoral, en que los líderes sindicales eran todopoderosos; pero no para servir a los maestros, sino para engrosar las filas de los corruptos. Ahora no. La Secretaría de Educación en manos de la maestra Castillo Pastor ha emprendido una limpia y un auténtica revolución educativa en la que, al centro de la educación están los intereses superiores de los niños y de los jóvenes.
Quien quiera sumarse a esa sublime tarea, es bienvenido y tendrá que actualizarse y dar lo mejor de sí mismo; los que busquen seguir atentando contra el futuro de la parte más delicada de la sociedad, que vayan tomando las de Villadiego; pero no hay forma, por más marrullerías que invente Arnulfo y su pandilla de delincuentes, que el proyecto a favor de una educación laica, gratuita y de calidad se imparta en las aulas de este Estado donde la patria comienza.
Los muchos años que lleva Arnulfo a cuestas debieron prevenirlo de que luego del tremendo aplacón que le dio la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, quien lo dejó vociferar para luego leerle la cartilla y mandarlo con cajas destempladas, nada puede hacer para retomar el control de las plazas magisteriales que, como en el Poder Judicial, están en manos de una camarilla de intereses, amigos y parientes que se dan uno a otro, como el señorito del reloj.
Muy acertado ha sido al respecto el comentario del colega Fernando Acuña Piñeiro en su Cuadrante Político: “En suma, Arnulfo y su pandilla ya enseñaron el cobre. Estos que ahora cacarean y buscan desestabilizar a Tamaulipas, son los mismos que en la víspera de la selección de candidatos, querían un hueso de diputados federales, para devengar una jugosa dieta en la cámara baja. ¿Los recuerdan? Sus nombres ahí quedaron para documentar el hartazgo de las bases, como verdaderas sanguijuelas políticas que buscaban una curul.
No se contentan con el dineral que reciben en su actual circunstancia sindical. Como dijo el aún Presidente AMLO: —Estas gentes no tienen llenadera”.
No, pos, sí.