En estos días pasados, de pronto me di cuenta que sin querer empecé a observar más a las personas, sin el ánimo de psicoanalizarlas, solamente con la intención de escuchar atentamente lo que expresaban de acuerdo o en relación a lo que posiblemente están viviendo en su entorno y ahí me di cuenta que mucho tiene que ver lo que pensamos y cómo actuamos. Quizá no lo entenderán si lo digo así de simple, por tanto, tratare de explicarme un poco.
Una tarde de estos días pasados, fui con mi hijo adolescente y el más pequeño de mis tres hijos, a realizar un trámite a una clínica del IMSS, como en todas partes hay personas que son muy amables y otras no tanto; llego con la doctora quién me daría una hojita (referencia) misma que debía llevar a archivo para que me dieran una hoja de vigencia en el piso 1, posteriormente tendría que ir al piso 2 a sub- dirección para que sellarán dicha hojita y por último tendría que ir nuevamente al piso 1 pero ahora con la asistente quién me haría supuestamente una cita para consultar con un especialista (aclaro que no era yo el paciente que requería de ese trámite, fui para hacerle el favor a otra persona quién de momento no podía hacerlo.).
Llego al módulo, me dirijo de forma cortés y educada -como es mi costumbre- con la señorita, saludo, doy las buenas tardes y acto seguido le pregunto a la señorita si podría ayudarme con la cita que requería; sin voltearme a verme me dice: “que ella no hace citas”, le insisto nuevamente que me habían mandado con ella y leo el letrero por si me había equivocado, y me doy cuenta que efectivamente era ahí a donde me habían mandado; la señorita asistente en tono molesto con los ojos torcidos me dice: “que no, que ahí no es ya que ella no hace eso”, -era más que evidente su molestia al atenderme-, le digo: “discúlpeme la insistencia señorita, pero es que en esta hoja, la doctora me apuntó a dónde debía dirigirme y justamente es aquí en donde se encuentra usted, lamento molestarla pero no tengo a otra parte donde ir puesto que me enviaron aquí”.
La señorita me dice: “no es aquí, aquí solamente la envían, para que yo le diga en dónde es que la realizan, y es directamente en la Clínica # 25”. Acto seguido le doy las gracias y me doy la vuelta a lo que mi hijo en tono molesto me dice: “Mami, ¿porque no te defendiste?, fue muy grosera contigo, me dio mucho coraje como te habló esa
mujer, pero más coraje sentí al ver que no le contestaste y por el contrario fuiste muy amable con ella”. A lo que yo le respondí: “hijito, ya suficiente tiene esa mujer con estar insatisfecha en su trabajo y posiblemente en su vida como para que trate así a las personas, ¿imagínate si yo le hubiese contestado mal?, seguramente conmigo hubiera descargado toda esa frustración y eso no se lo iba a permitir, con nada pago mi estabilidad emocional, yo no soy depósito ni basurero de sus frustraciones”. Mi hijo solamente me dijo: “tienes razón mamá, ¿pobre mujer verdad? “.
Y si, a partir de ese día, fue que sentí esa necesidad de poner más atención y observar como nos dirigimos a los demás, como les hablamos, y como reflejamos lo que tenemos por dentro. Hice todo lo posible porque cada vez que alguien me preguntara algo, o tenía algún contacto físico o verbal conmigo, tuviera de mi como respuesta una sonrisa amable, una palabra de aliento, una palmada reconfortante, o un “échale ganas, tu puedes”, y ¿saben porqué?, porque la mayoría de las veces en las que no entendemos porque las cosas nos salen mal, y por más que nos esforcemos la vida nos trata a puntapié, quizá sea que nos este devolviendo lo que estamos proyectando. Tal vez nosotros mismos nos estamos saboteando y no permitimos que la vida nos entregue lo más hermoso que tiene el ser humano como lo es la empatía, el amor, la alegría, y todos esos sentimientos hermosos que nos traen dopamina, oxitocina, serotonina y muchas otras sustancias bioquímicas que nos ayudan a estar alegres y positivos ante las adversidades, entonces no te quejes si la vida te trata mal, piensa que estas ofreciendo a los demás y que obtienes a cambio.
Te invito a que pongas en práctica durante toda esta próxima semana o los días venideros, ese trato amable, empático, positivo, y trata de llevar tus días de manera armoniosa y verás como tu entorno comienza a cambiar, podrás ver a las personas sonreír más, y agradecer más.
Seamos nosotros quien hagamos el cambio social, regalemos sonrisas, palabras de aliento, ayuda al necesitado, y tratemos de poner buenos ejemplos, verás como la vida te empieza a cambiar poco a poco y todo empieza a tomar sentido, un sentido diferente, un sentido más amable.
Con cariño.
Dra. Griselda Reyna