Samuel García Sepúlveda tiene 36 años y Jorge Álvarez Máynez, 38. Aquél es gobernador de Nuevo León y éste abanderado de Movimiento Ciudadano a la Presidencia de México.
Los dos se siguen promocionando como la vanguardia de la juventud en México, eso que llaman ellos la nueva política.
Tras casi una década como servidor público, Samuel García abusa de la idea de la ventaja que le da el hecho de supuestamente tener pocos años, una condición que –según él- mágicamente lo vuelve incorruptible y eficiente.
Por más que él y Máynez se vistan como chavos, no han presentado ideas frescas. En este proceso electoral que se avecina para la Presidencia, lo único nuevo que han aportado es el formato en el que difunden sus ideas. Forma, no fondo.
Según el criterio de Naciones Unidas, los jóvenes son personas con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Por su parte, la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud establece la edad entre los 12 y los 29.
Como nativos digitales, a los dos se les da bien el uso fluido de redes sociales, pero al atestiguar sus discursos y trayectorias, se observa que no dejan de ser políticos tradicionales.
Además, Jorge tiene un dilatado pasado en partidos a los que se refiere como la vieja política, y Samuel sigue con exactamente el mismo discurso de mocedad y renovación, aunque, desde el poder de la gubernatura, ha incurrido en prácticas de represión que escandalizan hasta a los tricolores tradicionales, que lo han acusado por aplicarles métodos gansteriles de convencimiento.
Bebés que no dejan de serlo
Un pediatra una vez me habló del concepto de los bebés viejos. Me explicó que algunos niños, cuando tienen más de dos años, recurren intencionalmente a comportamientos para que sus papás los mimen, como si fueran aún lactantes. Como parte de su desarrollo, a esta edad los bebés viejos pueden llegar a fingir que no caminan ni gatean, cuando ya podrían estar aventurándose a dar los primeros pasos. Un ejemplo extremo es Kiko, el personaje de El Chavo, un vejestorio que no quería crecer porque obtenía beneficios por su condición de niño.
Pienso en Samuel como un bebé viejo de la política. A sus 36 años se ha reciclado en el mismo discurso de hace una década.
Creció como un chico brillante. Toda la vida fue estudiante destacado, con espíritu de líder, protagonista y apuesto. Tiene tres doctorados y ha demostrado tener una voluntad de hierro. Lo que quiere, lo obtiene.
En el 2015 Samuel García, entonces de 28 años, se inició en la política como diputado local de representación proporcional. MC encontró en él a su mejor recluta, pues es el que más rápido ha progresado a nivel nacional.
Al año siguiente, le dieron la dirigencia estatal del partido. Pero utilizó su plataforma como líder de los naranjas y legislador para armar su candidatura al senado, que obtuvo en el 2018.
Como era de esperarse, y como lo anticipó desde ese año, se preparó para convertirse en el 2021 en el gobernador más joven en la historia de Nuevo León con 36 años. Desde que fue diputado hasta la campaña de gobernador el discurso se basó en el bono extra que tenía por el solo hecho de ser joven. “Fuera la vieja política”, fue su rapsodia para convencer a la ciudadanía que le entregó alegremente el voto.
Como gobernador, García Sepúlveda demostró que no ha cambiado la forma en que se ejerce el poder en México. La única variante que exhibe, si acaso, es su excelente manejo de espacios en Facebook, Instagram, Tiktok, X.
Samuel García tiene prácticamente todo su mandato enfrentado con el PRI y el PAN, que tienen mayoría en el Congreso Local, y con quienes sostiene un divorcio díscolo, de platos rotos.
Ante las negativas del que llama PRIAN para aprobarle iniciativas, presupuestos y reformas, Samuel ha incurrido en prácticas de presión agresivas como no se habían visto en la entidad.
Cuando fue electo gobernador, prometió de manera reiterada que no se iría. Pero con modos de viejo priista García Sepúlveda dejó tirado el estado y anunció que buscaría la Presidencia de México.
Samuel desechó, entonces, su argumento de que como joven renovado y emergente cumpliría su palabra, no como los otros dinosaurios incumplidos.
“Es un neobebesaurio, en su forma de velocirraptor, porque es muy ágil para manejar redes”, lo catalogó el legislador local morenista Waldo Fernández, en referencia al término que se utilizó en algún tiempo para designar a la nueva generación de políticos jóvenes del PRI.
El regiomontano inició precampaña el 20 de noviembre del 2023 en Nuevo León, con Jorge Álvarez Máynez como su coordinador. Su discurso, en esta ciudad, fue el mismo con el que se inició en la grilla: hay que combatir a la vieja política, es tiempo de los jóvenes, los carcamanes ya quedaron en el pasado, hay que hacer campañas alegres y divertidas.
En su página promocional como aspirante presidencial emecista se presentaba, no sin fanfarronería: “Soy El Nuevo. El de las nuevas ideas. El de la nueva visión de futuro. El de la nueva política que derrotó a la vieja política. El nuevo que ya demostró que sí se puede. Lo nuevo es hacer posible lo imposible. Y si no me crees, pregúntale a Nuevo León”.
Pero Samuel se benefició de la práctica del dedazo, tradición en el PRI para designar al candidato presidencial.
Indira Kempis quien ganó la senaduría en fórmula con Samuel, renunció recientemente a la bancada de MC al afirmar que no le permitieron buscar la candidatura presidencial naranja y que el ungido fue electo por el dedo mayor de Dante Delgado, dirigente nacional de MC, que tiene todas las credenciales para integrar las filas de lo que llama Samuel la vieja política: tiene 73 años y es ex gobernador del PRI.
Pero el dulce se le cayó de la boca a García, porque no pudo colocar, como mandatario interino, a su secretario general de Gobierno, Javier Navarro y tuvo que regresar.
En el frío decembrino volaron las promesas de Samuel de transformar a México. Las promesas del joven regiomontano se mezclaban con acciones de viejo político, que se negaba a ceder espacio de poder a sus opositores, aún a costa de su palabra y credibilidad.
Destape Carta Blanca
Recién estrenado como gobernador, Samuel García se vistió con botarga de Buzz Lightyear, alivianado y chido, para amenizar una fiesta de niños en el refugio infantil del DIF Capullos. Su esposa, la influencer Mariana Rodríguez, actual precandidata a la alcaldía de Monterrey, iba vestida del dinosaurio Rex.
Ganó la pareja likes en sus publicaciones de Instagram, pero hubo gestos de reproche de quienes señalaban que la actitud frívola le restaba autoridad al gobernador, y que los criminales en la entidad podrían actuar con mayor atrevimiento, al ver que un chavorruco que se la pasa en el cotorreo es el que está al mando de la policía.
Samuel sigue en la idea de que esa es la nueva política, desparpajada y despojada de solemnidad.
Lo demostró el 9 de enero pasado, cuando destapó como candidato a Jorge Álvarez Máynez, mientras juntos destapaban, también, una cerveza Carta Blanca. Eso sí que fue nuevo: ver la presentación de un candidato presidencial mientras se degustan unas chelas espumosas. En casa de Samuel los acompañaba también Mariana, quien puso de moda el color fosforescente naranja a nivel nacional.
Luego del lanzamiento en redes, todo el país se preguntaba quién es el político conocido como El Máynez que, entre tragos reconocía que tomaba la estafeta de Samuel, para enfocar su discurso en los votantes juveniles: “Que millones de jóvenes sepan que no pudieron con nosotros, no se salieron con la suya, que el PRI y el PAN están más fritos que los huevos que nos desayunamos esta mañana”.
Al día siguiente, el dirigente nacional emecista señaló que él encargó a Samuel García que presentara a quien le pasaría la bandera de la candidatura presidencial. Pocos le creyeron. Delgado Rannauro hizo el anuncio oficial en la Ciudad de México y en el acto encomió a García, refiriéndose a él como uno de los activos más valiosos de MC.
Álvarez Máynez: vieja política
Poco se habla del pasado de Álvarez Máynez en la vieja política, que ahora dice detestar. Fue regidor por PRD, diputado local zacatecano por la coalición PRI- Panal y se adhirió a la bancada tricolor.
Desde el 2013 está con los naranjas, partido con el que ya fue dos veces diputado federal. Es legislador por Jalisco y ni siquiera ahí tiene popularidad.
En su cierre de precampaña, el jueves 18 de enero, en Monterrey, Jorge repitió el discurso de Samuel García, como si fuera una calca: “No conocen a ustedes a las miles de personas que han encendido las calles y las redes con el fosfo fosfo. No conocen a la generación que no se va a conformar con el México de hoy”.
Al finalizar el acto, Álvarez regresó a su curul federal y Samuel a la gubernatura.
Pero quedaron registradas sus palabras de renovación que los dos buscan sustentar con la idea de que, por considerarse jóvenes, deben recibir confianza.
Es de esperar que esta nueva generación de mexicanos que empezarán a votar este año, reflexionen que la mocedad, la juventud y las promesas de futuro próspero, en la práctica no significan nada si no van acompañadas de hechos.
Parece que Samuel García, como los bebés viejos, no quiere crecer. Da la impresión de que está muy cómodo, frente a la clientela que le gusta escuchar que el PRI y el PAN están formados por ratas, y no quiere cambiar su presentación, como al cantante que le piden una y otra vez la misma melodía.
Tal vez es tiempo de que se reinvente y renueve su discurso hacia una propuesta sustancial, más allá de sus proclamas contra los viejos de la política.