Como en todos los sistemas ideológicos, ya sean políticos, religiosos o filosófico s; siempre habrá radicales y moderados; ortodoxos y heterodoxos, fundamentalistas y progresistas. No sería extraño que lo mismo ocurra con la ideología de la 4T de Morena y de López Obrador y la de Claudia Sheinbaum. Esta semana aparecieron las primeras señales de una diferencia de grado y de modo entre el presidente actual y la presidenta electa, con relación al llamado “Plan C” y en particular al tema de las reformas al Poder Judicial.
Es evidente que el presidente quiere implementar las reformas en cuestión a la brevedad posible, de golpe y porrazo o a rompe y rasga. Pero Sheinbaum tiene otra idea y otro método: prefiere la “gradualidad”, el diálogo y el consenso, aunque esto tome más tiempo. Esto demuestra que su “estilo” no será impositivo ni autoritario para la implementación del segundo piso de la 4T. Al menos no como su antecesor.
Esto no es necesariamente una discrepancia de fondo, sino una diferencia de forma. Sheinbaum prefiere la concertación en lugar de la confrontación. Es mejor el pacto que el pleito.
Esta leve pero sustancial diferencia de procedimiento, puede ser una primera señal de autonomía para Sheinbaum, en relación con el actual presidente saliente. Pronto la presidenta en funciones será ella y la responsabilidad caerá sobre sus hombros. Gran parte de la credibilidad que ostente ante los mexicanos y ante el resto del mundo, descansará sobre su capacidad para “sentar sus reales” y hacer valer su posición orgánica, más no genérica. Es decir: no como “apéndice” subordinada, ni como un “brazo largo” de la administración saliente. Claudia debe construir su propia identidad presidencial y autentificarse como quien incluye, pero trasciende aquello y a aquel que le antecede. Es la única manera de que la opinión publica no la perciba como diría el Doctor Simi: “lo mismo pero más barato”, porque no es el caso.
Claudia no es una re-edición genérica de AMLO y debe demostrarlo. AMLO es un político astuto, Claudia es inteligente. Esta transición de Morena, de la 4T y una suave desvinculación respecto de las formas y procedimientos de AMLO, hacia la consolidación de su posición, para aplicar un gobierno de izquierda menos radical, más prudente y moderado, deberá hacerse de forma gentil, con mucho tacto, con gran inteligencia y…con “bisturí” y con mucha “mano izquierda”. Pero, debe hacerse esa diferenciación. La principal razón es que, es necesario e inminente que así sea.
Es bien sabido que el respeto y la admiración entre AMLO y Claudia Sheinbaum es mutua, pero esto no significa que sean iguales. El respeto y la admiración se demuestran dejando ser. AMLO y Sheinbaum podrán coincidir de fondo, pero no necesariamente de forma y en muchas cosas pero no en todo. Antes de un segundo piso, Claudia debe pararse sobre piso firme y en sus propios pies. Así que “¡Serenos Morenos!”. Esto no significa ruptura, ni deslealtad, ni mucho menos ingratitud. Esto significa que hay un tiempo para cada cosa y cada cosa sucede a su tiempo. Más vale paso que dure y no trote que canse. Bajo esta luz, es posible que Sheinbaum represente a una Morena serena, una Morena moderada.