En estos días qué podemos comprar con siete pesos. Veamos, un refresco de lata, un pastelito, también un cuarto de kilogramo de aguacate o poco menos de un kilogramo de tomate, pero no olvidemos que las frutas y verduras tienen precios fluctuantes, así que estas referencias son temporales.
Esos siete pesos le significa, en ocasiones, a una familia victorense pagar o no el predial. Así lo constatamos en la Presidencia Municipal cuando una señora hizo fila por más de media hora para llegar ante la cajera y darse cuenta que los 81 pesos que se suponía pagaría por este impuesto, se incrementaron a 88 en unos minutos.
La mujer le explicaba a la empleada que momentos antes había preguntado cuánto tendría que pagar: “Y yo traía 70 pesos, entonces fui con la señora donde trabajo y me prestó once para completar y ahora usted me dice que son siete pesos más y no tengo”.
Escuchar ese diálogo nos ejemplifica la magnitud de la pobreza en la que sobrevive la mayor parte de la población victorense.
Porque si usted se toma un poco de tiempo para observar a la gente que camina por las calles de esta capital podrá darse cuenta que la mayoría son personas de muy bajos recursos.
Cuántas veces ha llegado ante su puerta alguien pidiendo ayuda económica o buscando trabajo, o simplemente observe los cruceros, el número de limpiaparabrisas, vendedores ambulantes y hasta magos callejeros, se han incrementado en las últimas semanas.
Qué nos indica ese panorama, sin duda que hay pobreza y mucha. No hay empleos disponibles y los pocos que habrá en un futuro cercano, están tan retirados, como es el nuevo hospital de Alta Especialidad que para llegar a él a pedir trabajo tiene que tomar un autobús foráneo.
Oiga ese nuevo hospital sí que está lejos del centro urbano, que cuando lleguen con el enfermo se les habrá muerto, bueno, pero ése es tema para otra columna.
Siguiendo con el asunto de la pobreza, Ciudad Victoria es una de las poblaciones donde los empresarios y gobierno no vieron a futuro, imaginando que el número de habitantes se mantendría estático.
Entonces la crisis económica pega más, porque la mayor parte de los residentes trabaja para el gobierno o para la universidad, los dos grandes empleadores, siguiéndole el comercio, porque la industria está en poco menos que punto muerto aquí.
De ahí que los ingresos sean bajos, porque tanto el gobierno, como la universidad, únicos patrones, no se dan abasto.
En una entrevista con José Manuel Assad cuando andaba de candidato a la senaduría, el secretario de Educación decía que ellos, los hombres y mujeres que deciden el destino de esta ciudad, acordaron que serían selectivos en la clase de empresas que se instalaran aquí.
Buscaban, decía, que fueran empresas no contaminantes, para que Ciudad Victoria fuera tipo Austin, Texas. Pensaban en algo así como industrias de software, relacionadas con computadoras.
Pero se les pasó el tiempo y el destino los alcanzó.
El reto para el siguiente gobierno estatal es mejorar las condiciones de vida de los habitantes del centro del Estado y lograr una coordinación con los municipios para redireccionar la vocación productiva de esta región tan olvidada por el desarrollo.
PREOCUPADO
El alcalde de Nuevo Laredo está triste, su padre convalece en un hospital de Laredo, Texas. Ramón Garza Barrios espera que la fortaleza de su papá lo lleve a superar la enfermedad. Hacemos votos porque así sea.
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