Si nos ponemos a pensarlo, realmente necesitamos muy pocas cosas para vivir.
Alimento, ropa abrigada, un techo, y una cama relativamente cómoda serían las necesidades básicas que cualquier persona necesita cubrir para una subsistencia.
Desgraciadamente el mundo no funciona así y estamos sumidos en una dinámica consumista donde comodidades como algunos muebles, un vehículo, un teléfono inteligente, aire acondicionado, determinado tipo de alimentos y cierta marca de ropa se vuelven necesarios.
En ese tipo de necesidades podríamos colocar a la televisión, ese aparato tan amado y odiado a la vez que no puede faltar en cada uno de los hogares mexicanos.
Aunque en la actualidad la gente tiene muchísimas opciones para entretenerse e informarse, la televisión sigue siendo una de las favoritas… y los gobiernos de todo el mundo lo saben.
En México el poder de la televisión es innegable, durante décadas las grandes empresas del ramo han gozado de una influencia que las llevó, incluso, a ser actores preponderantes en la selección de Enrique Peña Nieto como presidente de la República.
Sin embargo la televisión se encuentra en una encrucijada. Los adelantos tecnológicos han obligado a las televisoras de todo el mundo a trasmitir su señal de forma digital, en lugar de analógica, algo que resulta demasiado complicado de explicar y no representa mayor beneficio que de ahora en adelante los programas se van a ver mucho más claros.
El problema es que las televisiones digitales, incluso las de marcas más económicas, son muy caras, y no todos tiene los recursos para poder adquirir una.
Esto encendió las luces de alerta en las televisoras y el gobierno, pues si la gente no puede ver sus señales, su poder de influencia se desplomará de manera exponencial.
Es por ello que los genios de la administración de Peña Nieto tuvieron la maravillosa idea de regalar televisiones digitales.
El problema, como todo lo que sucede con las grandes ocurrencias del Gobierno Federal, es que nunca pueden aplicarlas como se debe y siempre parece que se están burlando de la gente.
El ejemplo más reciente fue la entrega de estas pantallas digitales. Primero, en Nuevo Laredo, hicieron toda una ceremonia de presentación y a la primer “beneficiada” le dieron su aparato nomás para la foto, pues cuando los fotógrafos y las autoridades se fueron, se la quitaron.
Hoy que la distribución de las pantallas está en marcha, los beneficiarios de las mismas se encuentran con el problema de que no pueden usarlas, pues no cuentan con una antena digital para poder ver los canales o un módem o conexión a Internet para poder conectarse a la red.
Si quisieran contar con estos accesorios, tendrían que gastar al menos mil 500 pesos que seguramente van a utilizar para necesidades más básicas.
Es trágico y cómico ver cómo las familias pasan de la felicidad por su nuevo aparato a la decepción, cuando se dan cuenta de que no tiene señal.
No me extrañaría que todo esto no fuera más que una burla de alguno de los genios del gobierno federal, quienes seguramente estarán risa y risa viendo las caras de desilusión de la gente.
Qué poca, de verdad…
Discussion about this post