Los hechos muestran, con evidencias cada vez más contundentes, las acciones convenencieras de los federativos mexicanos.
Ya sabían la calidad del equipo de Nueva Zelanda. Todo el tiempo conocieron que el rival no representaba ninguna exigencia y que el peligro de enfrentarlos estaba reducido al mínimo. Aún así, antes del encuentro, decidieron generar una revolución al interior de la Selección Mexicana.
No hay un precedente parecido al alboroto que generaron los dueños y directivos de la Federación Mexicana de Futbol, después del deshonroso paso por el hexagonal de Concacaf y antes del obligatorio repechaje de ida y vuelta ante los kiwis.
Este miércoles 13 se cumplió la primera parte del compromiso y México ya gana por nocaut. El marcador 5-1 es un reflejo fidedigno del nivel evidenciado por el cuadro oponente. Cualquier equipo amateur es mucho más rival que los corpulentos y nada habilidosos neozelandeses, excelentes para el rugby, negados para el soccer.
Ahora, cuando ya se le ha visto el rostro al enemigo y se sabe que no representa un obstáculo difícil de superar, me pregunto porqué decidieron los directivos de Femexfut sustituir a Víctor Manuel Vucetich, después de sólo dos encuentros disputados en la eliminatoria.
¿Fue, acaso, una decisión de pánico? Si fue así, la revuelta fue un desatino porque, si nos referimos a los números gélidos y a la experiencia, Vuce es mucho más entrenador que Miguel Herrera, quien entró en su relevo y ahora dirige el comando Águila, mal llamado Selección Mexicana, que de selección tiene muy poco.
Ahora, cuando se sabe que los All Whites carecen de nivel para encarar una competencia mundialista, entiendo que el representativo mexicano está pagando un precio increíblemente barato por haber dejado escapar la oportunidad de avanzar, en una primera instancia, a la Copa de Brasil 2014.
En la revisión de las actuaciones aciagas del combinado tenochca en la eliminatoria del área de de Norte y Centroamérica y el Caribe, veo que México debió haber simplemente quedado fuera de la justa mundialista del año entrante.
No es un deseo, qué va, pero si una cuestión de justicia deportiva. En esos intentos de la FIFA por equilibrar la presencia de las regiones del mundo en las competencias internacionales, debieron haberle dado el pase directo a Nueva Zelanda, y no exponerlo a ser fulminado, como ocurrió en este juego de ida, en el Estadio Azteca.
Ahora, ya para la vuelta, México sólo va a completar el trámite y a llenarle de cuero el morral a los maoríes. En la lotería le tocó a Miguel Herrera ser el ungido por los dioses federativos para treparse en el pedestal con la corona de laureles y proclamarse salvador de la patria.
Con un equipo como el neozelandés, hasta Cuauhtémoc Blanco pudo haber dirigido al Tri para hacerlo ganar.
Vuce pudo haber sacado fácilmente este compromiso con el equipo que ya existía. No debió ser echado, y menos así, como todo México atestiguó.
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