El término absurdo hace referencia a aquello que carece de sentido o que es opuesto o inverso a la razón. El concepto también suele utilizarse para referirse a lo extraño, raro o ilógico.
Me obsesiona como analista la política, los políticos y su desempeño. En ese tenor encuentro que a la gente común y corriente no le interesa la política. Su opinión de los políticos y las políticas es muy reduccionista y la mayoría de las veces es denostativa con comentarios llenos de acritud y afirmaciones políticas que son lugares comunes, tales como: “Son una bola de corruptos y corruptas”, “Se la pasan haciendo tranzas” y un extendido etcétera.
Ahora que estamos en precampaña, una campaña descafeinada que se disfraza para no parecerlo, es el tiempo en el que los precandidatos nos expondrán su hipertrófico punto de vista y manteniendo en reserva una multitud de frases. Según esto, todo lo que digan va dirigido exclusivamente a los miembros de sus respectivos partidos, aunque bien saben que sus mensajes llegan a la mayoría de los tamaulipecos. El absurdo de las reglas electorales en esta etapa del proceso.
Y hablando de absurdos, es el tiempo en que en el ambiente político los estaremos viendo en forma por demás reiterada. AMLO mandando a sus opositores a embajadas y Cabeza de Vaca haciéndolos empleados de las secretarías del gobierno del Estado, desde Yahleel Abdala hasta Sergio Guajardo Maldonado, más los que se acumulen. Estos hechos frente a aquella frase cantinela pegajosa y prometedora en el 2016: “De que se van, se van” hacen que el chiste se cuente solo. Te pareces tanto a mí que no puedes engañarme, diría Juan Gabriel.
Hasta dónde o cuándo sacarán la casta esos priistas que aceptan incrustarse en el gobierno en el ocaso de un sexenio bastante desprestigiado. Me pregunto cuál es la logística de su pensamiento, para que después de haber sido vilipendiados durante casi toda la administración panista hoy encuentren conveniente tragar sapos. Ya sabíamos que parte de la esencia de algunos actores de este giro era precisamente eso, pero siempre lo habían hecho con cierto decoro y en lo oscurito, no tan abierta y meridionalmente.
Es sorprendente como el PAN y el PRI de Tamaulipas han experimentado esas deliciosas y lentas transformaciones que llevan las almas a una perfecta comprensión. No todos participan de esa engañosa melosidad política, hay sus honrosas excepciones, pero estaremos expectantes para ver el final de este matrimonio por conveniencia.
¿Qué es lo que sigue? ¿Ricardo Gamundi de presidente estatal del PAN? Acaso, ¿no hay decencia para saber ser oposición fuera del gobierno? ¿Estarán conscientes que son puestos de a mentís? Eso a nivel estatal.
A nivel federal los gobernadores traicionan a sus partidos, ¿qué podemos esperar de los de menor rango en su instituto político? Claudia Pavlovich del PRI se va a Barcelona, Javier Corral del PAN a la expectativa de sumarse, se espera que Alejandro Murat de Oaxaca se incorpore pronto al gobierno de AMLO después de ofrendar su estado a Morena.
Ante la pulverización de su partido a nivel nacional, los priistas tamaulipecos, como estudiantes de secundaria, se echan en los brazos de quien se la ha pasado dándole zapes en clases y en el recreo. La inocencia que los invade ante la posibilidad de extinguirse los hace obrar con una ternura desconcertante creyéndole a su némesis.
A nivel local en Matamoros, tenemos nuestra tajada de absurdo. Un gerente de la JAD de a mentís, pues quien verdaderamente manda en esa paramunicipal es una mujer que tiene sus oficinas en la calle sexta, por el rumbo de la Plan de Ayutla; y si gana el Truco, otra vez la veremos de candidata a la presidencia municipal.
A riesgo de que me acusen de abarcar mucho, los absurdos también los observamos a nivel internacional. Un loco controla al partido Republicano en EU y mientras Ucrania es foco de atención por la posible invasión de Rusia; Taiwán o Formosa pregunta que cuándo voltearán a verlos a ellos por la posible invasión de China.
El ser humano siempre evoluciona para bien o para mal. Solo hay que adaptarse para no sentirse una cucaracha en un hormiguero. En alguna ocasión en la universidad, mi maestro de periodismo me dijo una gran verdad que hasta hoy la aquilato en su total valor existencial. Él me dijo: Frente a situaciones absurdas, criterios absurdos para poder entender. Hoy el mundo es un absurdo.
El tiempo hablará.