En estas elecciones el PRI se juega mucho rumbo a la sucesión que tendrá lugar en 2016, y si sus candidatos a alcaldes pierden dos o tres ciudades importantes estaría en riesgo la hegemonía de ese partido en la gubernatura.
Nuevo Laredo, Matamoros y Tampico son las plazas que se han convertido en una pesadilla tricolor, donde el Partido Acción Nacional podría repetir las victorias que obtuvo en las elecciones federales del año pasado.
Si tomamos en cuenta los resultados de la última encuesta de Hora Cero vemos que el Revolucionario Institucional perdería esas localidades, suficientes para catapultar a su candidato a gobernador en tres años.
El PRI tiene a su favor el gobierno federal, la experiencia y las estructuras para poder revertir cifras adversas, pero no más de tres puntos, según experimentados operadores electorales. Más es casi imposible.
Igual que en el amor y en la guerra, en las campañas también todo se vale, como tratar de influir en las preferencias usando las redes sociales, videos en el marco de la guerra sucia, o pagar encuestadoras para hacer trajes a la medida por tal o cual candidato que tenga mucho dinero para invertir en ello.
Esa vieja práctica es usada por todos: PAN, PRI, PRD y en menos frecuencia la llamada “chiquillada”, que son los partidos que, contratados, le engordan el caldo a los punteros y fastidian al segundo lugar.
Este 7 de julio el PRI buscará a toda costa que no se repita la pesadilla de 2012, cuando Acción Nacional ganó casi todo. Sólo dos diputaciones federales, de ocho en total, fueron para los tricolores.
Corregidos los errores como fue la pésima selección de candidatos y en excluir a operadores con vasta experiencia operativa en ciudades importantes, entre otros, el gobernador, Egidio Torre Cantú, quiere rendir las mejores cuentas el presidente de México.
En las próximas horas y días, los estrategas priistas harán hasta lo imposible para que el PAN no recoja ni las migajas en el banquete.
Discussion about this post