Hoy, en México, todos nuestros políticos tienen el mal de la campaña política. Cuando están metidos de lleno en procesos electorales, los candidatos deben de dar a conocer sus propuestas encaminadas a resolver los problemas que aquejan a la población; básicamente, se deben hacer promesas bajo la premisa de que el candidato tiene buenas ideas y es la mejor opción.
Hoy, en medio de una elección en varios estados de la República y tan cerca de la elección más importante del momento, la de 2012, todos los políticos se sienten candidatos para las futuras elecciones. Por tal motivo, ya nadie trabaja, ya nadie dice lo que está haciendo, hoy, todos los políticos han caído en el futurismo, todos los políticos prometen, tienen soluciones mágicas para arreglar los problemas, hoy, todo es futurismo y nadie arregla nada. El país completo está en campaña.
Lo malo de esta situación, es que ya nadie toma riesgos y eso implica dos grandes problemas para el país. El primero, es que nadie está gobernando, y la acción de gobernar significa hacer cosas, tomar decisiones. El problema es que, en tiempos de campaña, tomar decisiones de gobierno implica riesgos y pueden no ser populares, por lo que nuestros políticos no las están tomando para no arriesgar los votos a favor de su partido ya que, en estos momentos, no serían medidas populares.
Y la segunda, es que se ha desatado el año de Hidalgo: el que existan campañas y ruido electoral implica que nadie está vigilando lo que hacen los funcionarios que ya se van y entonces, el dinero de las arcas del gobierno está terminando como apoyo para las campañas políticas (dinero, infraestructura, personal, etcétera) y lo que resta, está acabando en la bolsa de los que lo manejan, con o sin pretexto de las campañas electorales.
A esta situación hay que añadir la parálisis política en el sistema de gobierno mexicano (que incluye tanto a los tres poderes como a los niveles estatales y municipales) por las elecciones actuales y por los pleitos internos de los partidos para definir sus candidatos para 2012. Todos los grupos políticos y de presión están a la expectativa de quiénes van a ser los candidatos finales, mientras todos se matan y se echan lodo, utilizando cualquier asunto público para destrozar a los personajes más visibles por el momento.
Como consecuencia, esta situación electoral hace pender de un hilo tanto a proveedores de gobierno, como a empleados de los diferentes municipios y estados, ya que al cambiar de partido, en muchos casos, se va a dar una cacería de brujas, un movimiento de empleados y un cambio de proveedores que va a causar un daño adicional a las economías locales.
Curiosamente, éste es uno de los daños colaterales, del cual nadie se había dado cuenta, causado por el cambio de los calendarios electorales y que, al concentrar las elecciones en las mismas fechas, se juntan en todo el país estos fenómenos que tendrán un impacto económico de gran importancia en las diferentes entidades.
El otro daño colateral, resultado de esta concentración de fechas electorales, es que en las mismas fechas, vamos a tener a muchos gobernadores y presidentes municipales, con altas aspiraciones, buscando seguir con su carrera política, por lo que tratarán de reinsertarse en alguna posición del gobierno actual, de sus partidos políticos o hasta hay casos que pretenden llegar a la candidatura presidencial de 2012.
El sistema político al parecer no previo esta situación y va a ser un gran problema el tener muchos ex funcionarios, buscando acomodo en un sistema político que no da para más y no tiene lugar para tanto político desempleado. Durante mucho tiempo el sistema los iba asimilando de manera lenta y paulatina, ahora todo de golpe sin trabajo, va a ser un problema. Se van a medio matar entre ellos.
Por otra parte, el efecto “guerra” se está generalizando también en las campañas electorales, se está atacando a los candidatos y a los partidos no sólo con procesos judiciales, fiscales o legales, sino que incluso se han acribillado a candidatos.
La descomposición política está empezando a permear de manera importante y está siendo la principal razón del quehacer político, estamos dejando el entendimiento y el debate de altura por la sinrazón del poder por el poder y la utilización de cualquier artimaña para no dejar pasar al opositor. Ya no hay pactos, hay estrategias de ataque, ya no hay diálogo y debate, hay guerra para ganar la posición política. Al ciudadano ya no se le trata de convencer con argumentos, son puras promesas falsas y empaquetadas. El que gobierna quiere asegurar su futuro político a cualquier precio.
México está paralizado al estar convertido en un país en campaña electoral, nadie toma decisiones de gobierno, no se logran acuerdos políticos, no se firman las reformas que el país necesita, los empresarios no invierten por estar esperando las decisiones del gobierno y todos hablan como en campaña, nadie gobierna. Calderón, Peña Nieto, Marcelo Ebrard, y los demás candidatos no hacen otra cosa que prometer y prometer. Todo en México está politizado: Paulette, Lora, Diego, los sicarios, el Ejército, cualquier asunto se convierte en un asunto más de las campañas políticas. De acciones de gobierno, nadie se acuerda.
Hoy, México es rehén de su propio proceso electoral y de su futuro político.
Mail: marco.herrera@grupopublic.com
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