Es terrible y muy doloroso lo que evidentemente está pasando la familia de la joven encontrada ayer en la cisterna contigua de un motel en Nuevo León, luego de haber sido reportada como desaparecida el pasado sábado 9 de abril.
En un momento de reflexión nos preguntamos ¿cómo puede alguien tener el corazón tan perverso como para quitarle la vida a una jovencita?, porque -a la salvedad de que las pruebas de los médicos legistas den otra evidencia a las investigaciones- su fallecimiento no parece tratarse de un mero accidente, sino de un feminicidio.
Y si se confirma que fue un crimen, no cabe duda que quien lo cometió cayó en una de las mayores bajezas de un ser humano, si es que puede llamársele así, humano…
Pero lo más preocupante todavía es que tampoco estamos hablando de sucesos aislados, sino que casos como éste ocurren muy a menudo en todo el territorio nacional y el homicida no es uno, hay muchos haciendo lo mismo.
En estos días de abril hubo otro hecho parecido, el de Magaly, de 15 años, quien salió de su casa en Ciudad Victoria y apareció muerta en un terreno baldío del municipio de Llera, Tamaulipas.
En mi humilde opinión creo que debemos de agarrar al toro por los cuernos y además de echarle la culpa al gobierno que, por cierto, ha sido muy deficiente para la prevención de estos delitos, tendríamos también que llegar a un profundo análisis de nuestros hábitos y costumbres como sociedad.
¿Qué consumen nuestros hijos? Pueden ser drogas, pero también malos ejemplos y muchos contenidos audiovisuales que son justificados en el muy ambiguo pretexto de la libertad de expresión, impulsada a conveniencia por las empresas del entretenimiento.
En nuestro país se han normalizado (y hasta querido ver desde los enfoques cómicos, en programas, películas, novelas, videos y en la música) las borracheras, los pleitos, los sobornos, los robos, la prostitución, las drogas, los tiroteos y las ejecuciones. Las estaciones musicales y las redes sociales están plagadas de esos materiales sin que la Secretaría de Gobernación (Segob), aparejada con las televisoras, haya intervenido desde que se popularizaron géneros como el cine de ficheras y traficantes, que promovió la decadencia cultural y social que hoy estamos padeciendo.
Pero existe otro sector que cree firmemente que no es normal que se produzca una muerte con violencia y el caso de Debahni Escobar, que considero va a convertirse en uno de los mayores movimientos en su tipo, es una muestra de la gran impotencia por la inseguridad que existe en nuestro país, porque también tenemos hijas, hermanas, madres, tías, sobrinas, primas o amigas y al mismo tiempo nos aterra pensar que algo malo pudiera pasarles.
Trasladando estas atrocidades a los fundamentos de nuestro país, no es difícil comprender que todas esas personas que siembran el terror sean traidoras a la patria, pero desgraciadamente en nuestra nación más allá de juzgarles con firmeza se les victimiza.
Por años nuestras autoridades no han demostrado ser competentes para detener no solamente los homicidios en contra de nuestras mujeres, sino en general de personas inocentes.
El Himno Nacional Mexicano menciona que “Mas si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo, piensa oh Patria querida que el cielo un soldado en cada hijo te dio”…
¿Qué sigue?, ¿que la gente se defienda por su propia cuenta? Lo más triste es que Debanhi estaba indefensa ante un ser tan despiadado y no pudo hacer nada para protegerse. Tampoco podemos culparla de estar ahí de madrugada o dónde estaban sus papás para justificar el hecho.
Todos hemos estado en lugares no aptos ¿y eso debe ser un motivo para que nos ocurra una desgracia? Insisto, duele mucho lo que está pasando.
Ojalá que alguna mente brillante pueda utilizar la tecnología para ayudar a pedir auxilio en tiempo real cuando así se requiera, como tocar un silbato (vinculado a la señal del teléfono) o algún dispositivo que envíe una señal de nuestra ubicación en tiempo real de un modo más simple.
Se requieren más foros y debates, porque no solamente son mujeres, también hay niños, jóvenes, padres de familia que salieron de sus hogares y no volvieron.
Como alguien dijo, esto no se trata de hombres contra mujeres, sino de personas malas contra gente buena.