Los matamorenses orgullosos del río Bravo, en toda la extensión de su sinuosidad fueron testigos de la histórica toma de protesta de Mario López (ML). El adjetivo calificativo de histórico es por ser el primer alcalde en ser reelecto bajo las nuevas reglas que permiten a un presidente municipal repetir para un trienio inmediato.
Los ecos, susurros y bisbiseos de la toma de protesta de ML en Matamoros siguen vibrando en la atmósfera, él está gozando en el mundo la dicha envidiable de volver a repetir ser gobierno en la ciudad que lo vio nacer.
Me tocó estar presente, y tanto el sociólogo como el antropólogo que me habitan surgieron en mí observando el entorno con atención extática para entretener el tiempo y divertir la impaciencia; allí no había más que un, permítaseme decirlo, amasijo de gente de variada edad, sexo y clase económica, que estaban atentos para alimentar su curiosidad política. Un trabajo de reflexión muy activo se verificaba en mi cerebro, estrecho pero tenaz y aferrado a las ideas que, nacidas allí, o sugeridas, se aposentaban en mí.
Fui testigo del musitar confuso de muchas voces; allí uno peroraba y los demás aplaudían; éste hacía al más próximo la misma pregunta que acababan de hacerle a él; aquél repetía la exclamación que había resonado en sus oídos; por doquier susurros, comentarios, asombros y hasta chismes políticos: un pequeño número de vocablos era el material de tantos discursos.
El evento inició con los protocolos de rigor. La nostalgia del Ayuntamiento que sale se respiraba en el podio donde fueron acomodados; el entusiasmo del que llega se palpaba a la vista del más despistado. A ML le tomó la protesta la Dra. Molina y este a su vez se la tomó a los miembros del Cabildo nuevo.
Las palabras de ML fueron una oratoria de quince minutos, sin la prosopopeya característica de otros tiempos, sin alusiones rimbombantes ni solemnidad chocante e innecesaria y mucho menos retórica excesiva, fue al punto de lo que quería decir a la gente de Matamoros. El exordio de su discurso fue al igual que el del tercer informe de gobierno, un homenaje a todos los empleados de la presidencia municipal fallecidos a causa del Covid. Buen detalle.
Mencionó lo que ya ha dicho muchas veces, rescatar la JAD, acción que al inicio de su administración era algo que no mencionaba, aun cuando hubiese estado en sus ideas. Fue conciliador en sus palabras, desdeñó lanzar piedras a los perros que ladran al jinete. Hizo un reconocimiento político al gobernador Cabeza de Vaca y fue muy gentil con su representante, la doctora Gloria Molina, quien en su discurso aplicó la misma gentileza.
Y así me la pase ovillando y devanando las interpretaciones de lo que veía en el auditorio Mundo Nuevo que se convirtió en un feraz, que no feroz, terreno político, con la presencia de Rodolfo González Valderrama, Adrián Oseguera, Maki Ortiz, Héctor Garza González y Felipe Garza Narvaez, amén del anfitrión principal Mario López. Todos aspirantes a la gubernatura del Estado, según se dice en las hablillas y cotilleos de la política. Me pareció que con la presencia de todos ellos el auditorio se convirtió en un lugar políticamente radioactivo.
La presencia de Mario Delgado, presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena no pasó desapercibida; me pareció que vino a ver a los prospectos aspirantes y detectar en ellos un valor de promesa o la promesa de un valor, sin saber si la nominación del futuro candidato será un vagar fatigoso tras deseos que nunca serían satisfechos. Es un hecho que la historia de las nominaciones jamás ha sido una hagiografía, es decir la historia de la vida de los santos. Ni Esquilo, ni Sófocles, ni Eurípides escribieron tanto drama en la trágica mitología griega. En términos de destape no es lo mismo edictos que adictos.
Si, como diría Benedetti, hay una grieta entre el lado de los maravillados y los des maravilladores, considero que a los periodistas nos corresponderá siempre contar las historias del poder. Las maravillas son materia de otro oficio, que no es el nuestro. Quienes padezcan de anosmia (falta de olfato) política mejor ni se acerquen.
Una vez concluido el evento protocolario de la toma de protesta se podía ver a un Mario López con el rostro encendido, conmovido y agitado, como cualquiera podrá imaginarse, por cuanto había oído, y por cuanto había dicho.
Querido y dilecto lector, esa es la interpretación que te suscribo en función de las imágenes majestuosas, pero circunscritas y cálidas que personal y morbosamente me tocó ver. Esta historia apenas comienza.
El tiempo hablará.