No voté por él en 2015 porque mi credencial del INE era de otro Estado. Sin embargo mi espíritu revolucionario me hubiera llevado a tachar la boleta por el candidato independiente a la gubernatura de Nuevo León, como lo hicieron más de un millón de electores.
Hace tres años Jaime Rodríguez Calderón vendió a los neoleoneses la idea de encabezar una gran revolución, y su discurso sedujo y cautivó a una masa de votantes que jamás había entronizado a un aspirante de la oposición con esa cantidad de respaldo social.
Disfruté su victoria -no porque era parte de su equipo (mi profesión me impide tomar esas posturas)-, sino porque confirmaba las tendencias marcadas cuatro meses antes por nuestra empresa Hora Cero Encuestas.
A finales de febrero de 2015 la intención de voto lo mostraban como un candidato peligroso para el PRI, apenas tres puntos abajo de Ivonne Álvarez García, y muy por encima de la oferta del PAN con Felipe de Jesús Cantú Rodríguez de candidato.
Y si así estaban los números (31% Ivonne y 28% “El Bronco”) en la encuesta de arranque, quienes conocen de campañas políticas dentro del PRI, seguramente no se hicieron locos -ni dudaron de su inteligencia- para anticipar una monumental debacle de la candidata tricolor.
Pero como no es lo mismo andar en campaña que gobernar, sobre todo un Estado como Nuevo León, próspero y a la vez exigente, ya sentado en la silla se vino encima la oscuridad.
Una tras otra, las polémicas llegaron su punto mas alto de ebullición, en su contra, cuando Rodríguez Calderón anunció su intención de buscar la presidencia de la República.
Contrario cuando los gobernados de una entidad en tiempos del PRI -luego pasó con Fox en Guanajuato y con Calderón en Michoacán-, levantaban en hombros como toreros y sacaban las botellas de champaña porque uno de los suyos podía llegar a ser mandatario de la Nación, en Nuevo León fue un funeral.
La calificación a su gobernador era reprobatoria y, diariamente, “El Bronco” atajaba la ofensiva de críticas de los medios de comunicación fuera del presupuesto, sobre todo de las televisoras, aunque una por una -salvo Televisa Monterrey- recuperaron parte de su pauta publicitaria perdida.
Una vez pasado el escándalo del INE contra “El Bronco”, y del romance del TRIFE y “El Bronco”, el panorama es peor que negro para él en los pocos días que restan de campañas de los cinco aspirantes presidenciales.
Su abierto discurso contra Andrés Manuel López Obrador, con inmediata respuesta en las redes sociales en contra suya cada vez que hace referencia al aspirante de MORENA, pone en riesgo todo su capital político para cuando regrese a Nuevo León después del 1 de julio.
Rodríguez Calderón está viviendo el mismo ambiente que lo favoreció en los cuatro meses de campaña de 2015, pero del otro lado. Porque hace cuatro años los ataques en su contra lo fortalecían, y lo crecían en las preferencias electorales. …Y ahora AMLO ocupó su lugar.
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