En la columna del miércoles escribí que Yahleel Abdala enfrentaría problemas para obtener el triunfo en la alcaldía por Nuevo Laredo, parece que esa misma lectura le dieron quienes están palomeando las candidaturas y al final metieron a Héctor Canales, ex diputado local, como emergente.
Sigo sosteniendo lo escrito que quien sea candidato del PRI la tendrá muy difícil ante el panista Enrique Rivas Cuéllar, quien se perfila a suceder a Carlos Canturosas en la alcaldía y lograr lo que nunca ha ocurrido antes: que Acción Nacional gobierne una segunda vez al hilo en esa ciudad fronteriza.
La pelea por las candidaturas en el PRI está resultando más difícil de manejar que el motín ocurrido el miércoles en el penal de Topo Chico en Nuevo León, porque en los rumbos de Reynosa se barajaba el nombre de María Esther Camargo de Luebbert, y al final quedó Ernesto Robinson Terán.
Tanto Yahleel como María Esther parecía que tenían segura la nominación a la alcaldía, así se leía desde que dejaron sus curules en la Cámara de Diputados, pidieron licencia y se apersonaron en sus municipios “para lo que se ofreciera”.
Pues no se ofreció y ahora deberán regresar por donde llegaron, seguirán oprimiendo el botoncito para aprobar iniciativas y puntos de acuerdo, elaborarán documentos junto con asesores para subir a leerlos a tribuna, y así esperarán tres años para ver si en la siguiente camada les guardan un sitio y las hacen candidatas a la presidencia municipal.
Qué pensarán estas dos mujeres priístas de la forma como los tomadores de decisiones las dejaron sin su candidatura. El engaño al que fueron sometidas ¿causará rupturas al interior del priísmo, ¿no aguantarán vara por aquello de la disciplina partidista?
PREMIO DE CONSOLACIÓN
Fue interesante ver cómo iban llegando familias completas de victorenses “distinguidos” que acudieron prestos al evento de Oscar Almaraz donde lo nombraron precandidato a la alcaldía.
La presencia de connotadas y connotados victorenses este miércoles en la sede municipal del PRI contrastó con el vacío que le hicieron al matamorense-texano Baltazar Hinojosa cuando fue registrado como precandidato a la gubernatura en la sede estatal del tricolor.
Si ya se presumía el enojo de las familias políticas de la capital del estado con la decisión del PRI de no nominar a uno nacido en esta ciudad, el miércoles fue más que evidente.
Es más, hasta el ex aspirante Enrique Cárdenas y su mamá acudieron al evento de Almaraz y despreciaron el de Hinojosa Ochoa.
Por ahí se vieron las caras los ex alcaldes Miguel González Salum, Alejandro Etienne, incluso el diputado con licencia Ricardo Rodríguez quien era aspirante a la estafeta tricolor, a ver si dentro de tres años tiene mejor suerte.
Almaraz de por sí es sonriente, este miércoles en que lo declaró “el mejor de su vida”, exudaba alegría y el evento donde volvió la repartición de lonches, fruta y jugo entre los victorenses que llegaron de las colonias populares fue un éxito en su organización.
No podía ser menos, si el ahora precandidato le organizaba mítines a otros, con mayor razón se luciría en el propio.
Para las familias victorenses que se sintieron despojadas de la candidatura a la gubernatura, la alcaldía les representa un premio de consolación, ahí se esperan ver en los mejores puestos, con los mejores sueldos.
Habrá de verse si eso sucede, si Oscar Almaraz Smer tiene aspiraciones para dentro de seis años, tendrá que abonar desde ahora el camino y el camino al éxito estatal no se compone sólo de los votos de Ciudad Victoria, se requiere ser conocido y reconocido en el resto del estado y ser incluyente, dejando un poco de lado a los apapachados victorenses que durante doce años han gozado del erario estatal prácticamente para ellos solos.
LE TRONÓ EL CUETE EN LA MANO
De “El Bronco” que vimos en su conferencia del sábado pasado en el poliforum de Ciudad Victoria no quedó nada este miércoles en que escuchábamos a Jaime Rodríguez Calderón, despojado de su personaje, para asumir como gobernador de Nuevo León el peor evento, hasta ahora, que le toca resolver con el asesinato de 49 reos en el penal de Topo Chico.
Durante la rueda de prensa y la entrevista radiofónica con Adela Micha, Rodríguez Calderón no usó ningún epíteto ofensivo o grosero de los que acostumbra hacer gala, se le escuchó la voz grave, las ideas alteradas por la experiencia de saber que la trifulca al interior del penal había dejado un espectáculo sangriento, horrendo: los reos hiriéndose hasta la muerte. Qué terrible.
Jaime Rodríguez Calderón está aprendiendo de la peor manera que gobernar es mucho más que dictar conferencias con un público a modo. Es atender los problemas de su estado, es resolverlos, es estar cerca de la gente que lo llevó a donde está.
Para el resto de los que entrarán a gobernar en octubre lo que está viviendo el mandatario nuevoleonés es una enseñanza de vida: o se ponen las pilas y cumplen con la responsabilidad para la que fueron electos o, igual que a él, les tronará el cuete en la mano.
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derrotero_mx
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