El voto de odio contra el PRI, como ojo de huracán categoría 5, entró por Guadalupe y Monterrey donde, ni los mismos priistas y menos las casas encuestadoras, hubieran pronosticado daños electores de esa magnitud: las alcaldías en suspenso con ventaja para el PAN, así como derrotas en todas las diputaciones locales y federales.
¿Quién se iba a imaginar que candidatos de MORENA -que poca o nada campaña hicieron en las calles, salvo algunos-, iban a ganar sus respectivas elecciones? La verdad nadie de quienes conocen del tema político-electoral. Y no se trata de ofender el ego de cada uno de ellos y ellas.
La campaña de voto masivo para MORENA que fue efectiva para los legisladores, castigó severamente a los candidatos del PRI a las alcaldías, favoreciendo a los albiazules Pedro Garza en Guadalupe y a Felipe de Jesús Cantú en Monterrey.
Pero cuando faltan actas por contabilizar que solamente en Monterrey se habla de 140 mil votos, la disputa la mantiene Adrian de la Garza en contra de su contrincante albiazul que, ha aclarado, aún no canta victoria y espera los resultados del cómputo final.
Otro aspecto a destacar es que liderazgos como el de César Garza en Apodaca, Heriberto Treviño en Juárez, y de Clara Luz Flores en Escobedo, resistieron al huracán MORENA que derribó a los candidatos a legisladores tricolores en sus respectivos municipios. Nada quedó en pie.
Porque no cabe la posibilidad de una traición, de votar por el alcalde pero cruzar a los demás. No, porque el PRI apostaba a que si la contienda presidencial estaba perdida, deberían resistir al vendaval rumbo a las elecciones de 2021.
Las paredes que parecían iban a resistir a los vientos huracanados se desplomaron y uno por uno, los candidatos al Congreso local y a la Cámara de Diputados, se fueron desplomando terminando, unos, en tercer lugar como pasó con Oscar Cantú en Apodaca. Inimaginable, incalculable.
Y ahogado al niño a tapar el pozo. Ahora el PRI deberá resurgir con lo poco que quedó servible. Si no, el camino está despejado para que el PAN pudiera gobernar de nuevo en 2021.
Eso si Samuel García se quita del camino que, obviamente, no será así porque como senador ya desde ahorita es una tormenta tropical. Y en dos años se convertirá en otro poderoso huracán.