El voto nulo o voto en blanco es un tema latente en las redes sociales y medios de comunicación. Los promotores de este movimiento pretenden poner en duda las elecciones del próximo 5 de julio a través de una protesta reflejada en la papeleta electoral, donde el ciudadano pueda anular su voto.
Pero hay que la parte activa de la sociedad civil es emitir un voto a favor de algún organismo político, ya sea de los grandes partidos como PRI, PAN o PRD o de los pequeños como PT, Convergencia, o Democracia Social. Sea cual sea la preferencia electoral de los ciudadanos es importante la participación y que se emita un voto racionado pensando en las propuestas que los diferentes partidos ofrezcan.
Sin embargo, al anular el voto no se ejercería esta participación. Anular el voto restaría credibilidad a las instituciones y obligaría a pensar que estamos viviendo una realidad virtual.
Creo que si se hace un llamado a ejercer el voto de castigo sobre algún gobierno ya sea municipal, estatal o nacional lo tenemos que hacer por medio de voto a favor de algún partido o candidato.
Cabe recordar que en la Ley de los partidos políticos existe la figura de los candidatos independientes que también permite la participación directa, ofreciendo apoyo a un ciudadano que no milite en ningún organismo político.
Esto sería positivo, y regularía la vida interna de los partidos. Y es que estas instituciones ya no pueden ser manejadas únicamente por cúpulas o las elites que los conforman, sino por la militancia que encuentra en ellos un espacio o participación activa.
Buenos o malos los partidos políticos deben de ser regulados por la Ley de los Partidos Políticos y permitir las candidaturas independientes que ayudarán a una mayor democratización de la vida interna de los partidos.
Hay que recordar también que la constitución de nuestro país señala que los partidos son entidades de interés público, es decir, nos incumbe a todos.
En estas elecciones, nuestro voto debe decidir por alguno de los partidos o candidatos existentes. No hay que anular el voto, el hacerlo sería una regresión de la participación ciudadana. Ya se está combatiendo el abstencionismo, cada día el IFE lucha por la credibilidad, al igual que las instituciones existentes.
Anular el voto sería dar un paso atrás en la evolución que quizá para algunos sea lenta, distorsionada o negativa en la vida pública de México, pero al final de cuentas la democracia la hacemos todos.
No nos anulemos, no anulemos la papeleta que nos da sentido de ciudadanos en la vida política de nuestro país.
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