La noche era violenta. Agua y viento enfurecidos hacían vibrar techo, puertas y ventanas de la pequeña ‘casa-azul’ -de apenas dos habitaciones- que los Ramírez construyeron artesanalmente en el fondo de la colonia Ernesto Zedillo.
El padre, la madre y sus tres hijos intentaban mantener la calma; controlar el miedo era imposible.
Horas antes, el fenómeno natural había provocado daños a la red de energía y por eso, cuando sobrevino la noche la oscuridad se tornó poco menos que aterradora.
El gemido del viento tornaba mucho más dramática la experiencia. Despiertos, estaban inmersos en una pesadilla.
Habían escuchado la alerta en radio y televisión pero no había modo de escapar al destino.
¿Ir a un albergue?; imposible. ‘Teníamos temor de perder nuestras cosas…’.
Ya no hubo tiempo de nada; cuando los Ramírez observaron que, sin el menor respeto, el agua comenzó a subir su nivel dentro del pequeño hogar tuvieron que poner en marcha su propio Programa Familiar de Protección Civil que al final fue un fracaso. Perdieron buena parte de sus pertenencias.
Camas, mesa, sillas… prácticamente todo lucía cubierto de agua y lodo; en medio de la tempestad, apenas un leve esbozo de lo que fue Dolly, los Ramírez supieron que no podían permanecer más tiempo en casa y emigraron al viejo camión estacionado en su calle y que, ahora está descompuesto, pero que cuando funciona es utilizado como transporte público para el sostén económico de la familia.
Ahí, en su propio albergue sobre ruedas los encontró el amanecer.
La luz del día puso frente a sus ojos el cuadro desalentador: agua por todas partes. La calle era una inmensa laguna y su ‘casa-azul’ parecía un pequeño velero en pleno naufragio.
Había llegado la hora de evaluar los daños aunque el saldo era inminente: pérdida total.
La experiencia de los Ramírez no es única en Reynosa; gracias a la coordinación con responsabilidad de las autoridades estatales y municipales escapamos de ‘macro-estragos’ pero muchas familias, como los Ramírez, continúan siendo agenda pendiente.
Por eso, vale la pena una reflexión.
Varias zonas de la ciudad fueron objeto de visitas institucionales durante la madrugada del 24 de julio; encabezados por el presidente Luebbert, servidores públicos de diversos niveles se sumaron a la caravana de la solidaridad para visitar a los afectados.
Lo mismo ocurrió después de aquélla noche violenta.
Enfundados en llamativos impermeables amarillos fueron muchos los que se agregaron a la visita que hicieron el gobernador Hernández Flores y el presidente Luebbert a las colonias que resultaron inundadas.
La caravana era impresionante y las gráficas ahí están.
¿Qué utilidad le reporta a los damnificados la presencia de todos estos acompañantes de los mandatarios?
¿Cuántos de ellos han regresado, al menos una vez, a los sitios dañados?
¿Cuántos de ellos han diseñado algún programa de ayuda para las familias que perdieron parcial ó totalmente sus pertenencias?
Y pensar que a muchas de esas familias les deben al menos un voto.
Voy a poner un ejemplo:
Sólo unas horas después de la tormenta, en uno de los sitios más problemáticos como es la entrada de Unidad Obrera no se había parado un solo senador, diputado federal, diputado local, funcionario estatal, funcionario municipal ni regidor.
Algunos de ellos habían estado durante la madrugada, cuando llegó ahí el presidente y la caravana iba acompañada de fotógrafos y reporteros.
Concluida la visita oficial… adiós.
No existe un solo reporte sobre algún operativo de emergencia alterno al que lleva a cabo el Municipio y mucho menos lo habrá ‘post-Dolly’.
El Municipio tiene su propia agenda y a ella se debe enfocar pero ¿y los demás?; muchos de ellos -sobre todo regidores- presumen de que están ahí por elección popular. ¿Y? .
Un pronóstico de la Universidad de Colorado, en los Estados Unidos, reveló en mayo pasado que la actividad ciclónica para 2008 será 36 por ciento más activa que el promedio entre 1970 y 2007.
El Servicio Meteorológico Nacional ha tomado con seriedad el dato y pronostica la formación, al menos de 15 ciclones tropicales con nombre de los cuales 4 serían huracanes intensos (categorías 3, 4 ó 5) otros 4 serían moderados (categorías 1 ó 2) y 7 tormentas tropicales.
Por la tranquilidad de Reynosa esperemos que el pronóstico no se cumpla, pero la amenaza persiste.
La primera de ellas se llama ‘Eduardo’ y es la siguiente tormenta en la lista.
Ojala haya tiempo de recuperarnos al cien por ciento; es el momento de que los ‘electos por el pueblo’ se sumen al esfuerzo de las Instituciones.
Muchas familias, aun después de la tormenta, los están esperando.
EL FINAL
El espacio de don Arturo Cantualla no podrá ser ocupado jamás; en realidad, él nunca se irá de la redacción. Un abrazo fraterno para su familia.
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