A esos cínicos locales no les vemos rasgándose las vestiduras y reclamando castigo a los permisionarios del transporte urbano que amafiados con el gobierno estatal, elevaron autoritariamente las tarifas del pasaje, golpeando a toda una ciudad y su gente pobre, pobre gente.
A esos vividores de la política no los escuchamos gritando arengas y tomando acciones contra el gobierno federal, por no hacer nada para mejorar la Carretera Nacional, la cual está sumamente destruida y que por ende, ha cobrado muchas vidas, incluso de familiares de la localidad, como de inocentes foráneos.
A los pillos que chillan pidiendo glándula mamaria, para enquistarse en el erario, no se les ve exigiendo celeridad en lo del permiso de cruce de materiales peligrosos para el Puente del Comercio Mundial, lo que daría competitividad a Nuevo Laredo en ese ámbito del tráfico binacional de mercancías.
Nada han dicho los que vive de la política en nuestro pueblo, mucho menos han hecho algo, para deshacer (desde el año 2006) la burla que tiene parada la pretendida calidad de aeropuerto de carga, de nuestro inútil puerto aéreo “internacional” Quetzalcóatl.
¿Y qué han dicho de un centro oncológico que sólo tiene una primera parte construida y operando, restándole al gobierno de Tamaulipas, cumplir con la -ahora sí que vitales- segunda y tercera etapas?
COBARDES Y CÓMODOS
Así que señores mitoteros que aspiran a ser alcaldes (salvo Rubén Bazán y Enrique Cuéllar, que sí los hemos escuchado), no nos vengan ahora que ustedes (cada uno de estos “solovinos”) son la mejor opción para su respectivo partido político y para toda la gente de Nuevo Laredo.
Igual para quienes aspiran a ser diputados locales, no hemos visto, ni escuchado a nadie decir “esta boca es mía”, por cuanto a temas que nos interesan tanto a los nuevolaredenses, tales como los anteriores puntos citados y los que a continuación mencionaremos.
Eliminar la tenencia vehicular, luchar porque sea el Municipio quien rija todo por cuanto al transporte público y que éste ya no sea un negocio y un amarre del gobierno estatal.
Les queremos como aspirantes a legisladores, presionar y abogar porque Nuevo Laredo tenga una Policía y una Dirección de Tránsito, pero de verdad, no una bola de pillos uniformados y con charola.
Queremos verlos exigir que la PFP y el INM ya no sean unos bandidos (también uniformados y con charola), buscando por la ciudad o apostados en el Kilómetro 26, para fregar a medio mundo, extorsionando paisanos, extranjeros indocumentados, visitantes de negocios y turistas de paso.
PUEBLO, NO LES CREAN
Sólo dos aspirantes a presidentes municipales, quizá un tercero más que haya externado algo al respecto (pero no como para recordarlo ahora, ni tener grabado su nombre, como su intención), ésos son los únicos que han ventilado y hasta insistido en luchar por resolver favorablemente estos tópicos.
Así que gente de Nuevo Laredo, les daremos un consejo no pedido a este su servidor.
Tal recomendación es la de desestimar y ni siquiera prestar oídos a todos aquellos que no han referido querer luchar por Nuevo Laredo, ni mucho menos han tomado acción alguna, desde su condición de “líderes” de grupos, como dicen ser.
Y más tratándose de ex alcaldes, como Horacio Garza, José Suárez, Daniel Peña y Ramón Garza, los reprobamos por dos motivos, par de hechos irrefutables; uno, porque no hicieron nada cuando estuvieron al frente de la comuna; y dos, hoy como simples ciudadanos y supuestamente gente con arrastre y capital político, tampoco han encabezado nada en pro o en defensa de Nuevo Laredo y sus intereses (intereses del pueblo, no los egoístamente de ellos, que dicho sea de paso, son bastantes, pues es visto que nunca tendrán llenadera).
Como pueblo, vamos contemplando el comprometer nuestro voto a futuro (sólo contemplando) con quien lleve al terreno de los hechos, sus fervientes deseos de defender a nuestra ciudad, quien haga efectiva su enconada lucha por el bien de Nuevo Laredo.
De lo contrario, a tantos vividores de la política, no merecen que ni les escuchemos un segundo, ni que les tengamos consideraciones, en especial a los que ya estuvieron en un cargo público y/o de elección popular, pero que rayaron en lo nefasto, con su grosera pasividad.
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