¿Pero qué es exactamente un debate? Por definición general, un debate es una “Discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses.” Por lo tanto, el objetivo primordial de un candidato que participa en un debate político no es convencer a su oponente, sino demostrarle al electorado que él tiene la razón, que su postura es la más fuerte, que tiene mayor y mejor dominio sobre los temas a tratar y por ende, tendrá más adeptos y más votos que, llegado el momento, le permitirán ganar la elección.
El asunto es que ciertas cualidades personales juegan un papel muy determinante en la evaluación de un debate. Por ejemplo, el aspecto físico, el tono de la voz, la facilidad de palabra, la congruencia de las ideas, el autocontrol frente a los ataques, la agudeza mental para refutar al oponente, etc., son en algunos casos, habilidades adquiridas y aprendidas, pero muchas veces tienen fundamento en el carácter innato de la persona…hay gente brillante que puede no saber debatir, y gente muy bruta que resulta altamente leguleya y un verdadero “encantador de serpientes”.
Dadas las importantes limitaciones y restricciones a los eventos masivos en las que se desarrollan las campañas políticas en este año de pandemia, los debates políticos que serán transmitidos por todos los medios de comunicación posibles, jugarán un papel muy importante en estas próximas elecciones y probablemente supere al monótono discurso en cuanto a su atractivo para el electorado. Por eso es determinante que los electores estemos muy atentos para ser capaces de evaluar la calidad de debate de los participantes para que no resultemos enredados también en sus retorcidas retóricas o geniales dialécticas. Hay excelentes oradores que son pésimos operadores y viceversa.
Habrá quienes quieran ver pelea (y mientras más grosera más divertida), otros apreciaran la elegancia y la agilidad mental y verbal, para otros más les resultarán divertidos los disparates que nunca faltan, muchos se enfocarán en las propuestas y promesas de los que prefieren utilizar sus turnos y tiempos para hablar en lugar de engancharse en discusiones pírricas. Sea cual fuere la postura e intención de la audiencia, esa será quizás la mejor oportunidad que tendrán los electores para medir la calidad de la melcocha, tantearle el agua a los camotes y ver de qué cuero salen más correas….es decir, para decidir a quién le darán su voto.
Carisma, capacidad intelectual, capacidad de convocatoria, congruencia, convicción, coherencia, calidad, cordura, consistencia, etc…son solo algunas de las características que fortalecen al debatiente y por consecuencia, al candidato.