¿O sea que Yedickol Polevnsky, la presidenta nacional de MORENA, no supo que su eficiente contador le ahorró 16 millones 400 mil pesos de impuestos en el sexenio de Enrique Peña Nieto? ¡Por favor señora!, no ponga en duda la inteligencia de los mexicanos.
Si el presidente Andrés Manuel López Obrador la quiere proteger diciendo que actuó dentro del marco legal avalado por el Congreso de la Unión -en referencia a la condonación de 185 mil millones de pesos a grandes, medianas y chicas empresas, además de particulares entre 2007 y 20015-, la historia juzgará al líder de la 4T por sus dichos.
Porque millones de mexicanos que pagamos o pagan impuestos lo menos que esperábamos era que el mandatario arropara a la Polevnsky, la perdonara y aceptara una versión tan inocente, por no decir otro calificativo, cuando la señora culpó a su contador de no depositar en el fisco esa enorme cantidad de dinero.
Seguramente AMLO no sabe qué sienten las personas morales o físicas cuando reciben un requerimiento del Sistema de Administración Tributaria (SAT) por un supuesto retraso en una declaración mensual o anual: desde el estómago suelto hasta un aviso de infarto.
Caminas a paso lento y tembloroso hacia la recepción de tu empresa, o la puerta de tu casa, con la cara pálida del susto a firmar un papel donde se te avisa que hay un pago retrasado y de inmediato dudas de tu contador(a). Y te sugieren cumplir con el adeudo lo antes posible.
Lo primero que quieres hacer es asesinar a tu contador(a). En serio, literalmente, porque sospechas que se robó el dinero que le diste puntualmente para cumplir con el SAT. Y que esa persona, a quien le pagas mes con mes, te metió en un problema que puede llevarte a la cárcel.
“No se preocupe. No le haga caso a esa carta. Como quiera mándemela por correo. Ese pago ya se hizo pero el notificador del SAT ya iba en camino”, te responde cuando por fin te contesta el celular después de un millón de llamadas.
Qué sabe AMLO, menos la Polevnsky porque confió siempre en su eficiente contador, esperar horas en una oficina del SAT para darte de alta como contribuyente, llevar un cerro de papeles, pagar para imprimir recibos de honorarios y, en su tiempo, aprender a llenarlos.
Después entender qué servicios o productos se pueden deducir de impuestos para pedir facturas, primero impresas y luego digitales. Y esperar mes con mes, angustiado, cuánto pagarás al SAT dependiendo del balance entre tus ingresos y egresos.
Cuando la fecha se acerca te comes las uñas para no recibir la información de tu contador(a) vía correo electrónico o por WhatsApp que, en mi caso, podían ser desde 10 mil, cinco mil, mil pesos ¡o cero pesos, bendito Dios!- cumpliendo puntualmente con el fisco.
Lamento que en su momento, antes de darme de baja como contribuyente, no conocí al contador de la señora Polevnsky que la ayudó a no pagarle al SAT 16 millones 400 mil pesos en 2013, porque de inmediato hubiera terminado mi relación con Sofía Martínez, por cierto, muy eficiente.
¡Al Diablo dirigente de MORENA! Los mexicanos que cumplimos con el SAT no nos tragamos esa versión de echarle la culpa a su contador quien le ahorró esa monumental cantidad de impuestos, argumentando que usted no sabía del beneficio dado por Peña Nieto.
Porque si de algo están muy al pendiente mes con mes, las personas físicas o morales, es del SAT. Que cuando quiere te mete a la cárcel por un mínimo incumplimiento de tus obligaciones fiscales.
Y los que conocen de temas fiscales saben que usted se abstuvo en contratar un prestigiado despacho de abogados para ahorrarse tan enorme condonación que autorizó Peña Nieto: bastó pedirlo con un libre escrito, mismo que tuvo que haber firmado con su puño y letra.
En la señora Polevnsky se aplica: para tener la lengua larga hay que tener la cola corta. Y su cola llega hasta las oficinas del SAT.