La expresión “zacatito pa’l conejo” significa temor a algo o a una persona o institución. Es una mala transformación de “sacarle (la vuelta) al bulto” o un modismo para criticar al que no sabe afrontar una realidad que es ineludible. En otras palabras “zacatito pa’l conejo” es una forma coloquial de decirle a alguien que “el miedo no anda en burro”.
Y hoy, más que nunca, se aplica a los partidos políticos que buscan frenar a los nuevos “Broncos” escudándose en la desconfianza de que los candidatos independientes en los procesos electorales pueden estar apoyados por el narco o por grupos de poder en defensa de sus inconfesables intereses.
Por eso en Tamaulipas ya pararon las antenas y de inmediato ha surgido un bloqueo para quienes deseen seguir el ejemplo del ex priista de Nuevo León, Jaime Rodríguez, porque temen que los electores le den la espalda a los partidos políticos en los próximos comicios para suceder al gobernador Egidio Torre Cantú.
Miedosos a más no poder, también en Chihuahua han surgido grupos anti “Bronco” y han procedido a la reforma electoral aprobada el 29 de junio para fijar candados a los independientes, pues no podrán postularse quienes hayan militado en partidos políticos en los últimos tres años.
Tampoco serán aceptados los candidatos que hayan representado a cualquier partido o coalición en el proceso electoral anterior y deberán sumar un titipuchal de firmas para contender libremente por cualquier cargo, aunque la tirada es impedir que llegue otro independiente como sucedió en Nuevo León.
Fue la fracción parlamentaria del PRI la que hizo valer su mayoría y la alianza con la “chiquillada” en el congreso de Chihuahua para cerrar el paso a quienes se lancen sin el apoyo de un partido, a propósito del gobernador de aquella entidad, César Duarte. Y por eso los 16 votos a favor de los tricolores más nueve de los otros partidos paleros consiguieron su propósito, no obstante que se registró una votación de siete en contra del PAN más la abstención de un priista.
Tal postura reafirma la creencia de quienes sostenemos que los votantes no saben ni lo hacen en las urnas cuando votan a ciegas por un solo partido (en este caso, el PRI), pues queda demostrado que un gobernante con mayoría de su partido hace lo que le da la gana con el congreso, al encontrar levantadedos que siguen la línea que le marcan desde el palacio de gobierno si siquiera analizar las iniciativas enviadas por su “patrón”.
Es bueno saber que el voto diferenciado ayuda a una pluralidad muy sana y obliga al mandatario a un gobierno de coalición y a buscar acuerdos con otras fracciones del congreso local poniendo en juego el arte de la negociación. De otra manera sucumbe a la tentación de imponer su línea, como lo ha hecho César Duarte en Chihuahua en busca de bloquear las candidaturas independientes, bajo el pretexto de que no se sabe quién pudiera estar atrás de las mismas, lo que no sucede con los abanderados de partidos.
También se busca, con esta medida, impedir candidatos por despecho, cuando no le favorece la aprobación de un partido y se declara independiente, pero a pocos convence esa pretensión, y por eso los diputados del PAN reprobaron la ley anti Bronco, considerando una vergüenza y una regresión política y electoral desproporcionada que deja en ridículo a Chihuahua a nivel nacional, y claro que lo mismo se puede decir de Tamaulipas.
El hecho es que cerrarle el paso a los candidatos independientes, bajo cualquier pretexto o condición, también hace que el pueblo mismo grite a voz en cuello a los partidos políticos: “Zacatito pa’l conejo”…