México, D.F. / Octubre 26.-
Fue una explosión de júbilo, espontánea, intensa, que cimbró al Estadio Azteca. La afición americanista por fin se desahogó. El yugo rojiblanco duró dos años… y terminó este domingo.
Las Águilas le pusieron fin a la racha de tres derrotas consecutivas ante las Chivas (en partidos de liga) de forma inobjetable.
El 1-0 que reflejaron las pantallas gigantes del “Coloso de Santa Úrsula” apenas fue justo para el dominio azulcrema. Luis Michel, portero rojiblanco y el árbitro Mauricio Morales le dieron esperanza al Rebaño Sagrado, pero siempre fue más utopía que posibilidad.
El Guadalajara de Raúl Arias se volvió a ir en blanco. Además, es muy frágil atrás, sobre todo en el juego aéreo, y carece de verdadero “punch” en el ataque.
Aquivaldo Mosquera no tardó mucho en desnudar a una zaga que jamás se acomodó, por más cambios de posición que el estratega chiva realizó.
Desde que su contratación fue oficializada, el gigante de ébano colombiano expresó su deseo de jugar el Clásico. Este domingo definió el primero que juega con ese frentazo seco al minuto tres, impregnado de amor por su familia.
Un nuevo Mosquera viene en camino y el central comprobó, con su celebración, que la fuerza no está peleada con el corazón.
Fue un golpe seco, autoritario, contundente. El América hizo añicos el planteamiento defensivo de las Chivas. Más por necesidad que por convicción, pero los visitantes necesitaban atacar.
Les costó demasiado hacerlo. Con nueve hombres de vocación defensiva en el lienzo verde, los tapatíos apenas lograron evitar que las Águilas ampliaran la ventaja. Claro, con la colaboración del árbitro central.
Jesús Ramírez se enfrascó en un interminable diálogo con Marco Antonio Rodríguez, quien fungió como cuarto juez. En otras tardes, “Chiquimarco” Rodríguez hubiera echado al estratega, pero este domingo pareció entender sus reclamos.
En especial el que hizo después de que Morales no decretó penalti en aquella flagrante mano de Édgar Mejía, tras el cabezazo de Salvador Cabañas. El Azteca esperaba la señalización, pero ésta nunca apareció.
Al igual que el orden defensivo del Rebaño Sagrado. Después de los primeros 15 minutos, cualquier jugada a balón parado en favor de los amarillos era festejada. La gente entendió que las Águilas ganarían todos los balones por arriba.
El problema es que Cabañas no estuvo fino y Daniel Montenegro pecó de individualista. Ninguno aprovechó las pinceladas de Enrique Esqueda, el alma ofensiva del equipo.
Quizá por eso al “Paleta” le dolió tanto dejar el duelo. En cuanto fue sustituido por Jean Beausejour, el seleccionado nacional se encaró con Víctor Medina, auxiliar de “Chucho”, y tiró una patada a la banca. Alejandro Domínguez, también integrante del cuerpo técnico águila, logró calmarlo unos minutos después.
El juego ya era de ida y vuelta. Las Águilas fue incapaz de anotarle el segundo a un Guadalajara que mostró ganas, pero poca imaginación.
¿Dónde quedaron las Chivas?
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