México, D.F. / Agosto 31.-
Oda en azul y amarillo. Intensa, armoniosa, casi perfecta e inolvidable.
Las Águilas son el nuevo líder general del futbol mexicano y el paso para llegar a la cúspide fue contundente, inobjetable. El 7-2 sobre el Toluca y las cuatro victorias consecutivas son argumentos de un equipo que exorcizó todos sus demonios, en especial uno que habita en el Estado de México.
El verdadero examen, ante el que llegó como segundo de la tabla, fue aprobado y con una nota sobresaliente. El equipo de Jesús Ramírez está para pelearle a cualquiera y, si se lo propone, para pasarle por encima. Este domingo lo demostró, ante el éxtasis de unos 70 mil americanistas, que por fin desahogaron la frustración acumulada durante dos años terroríficos.
El Toluca intentó ponerse de tú a tú, pero el rival con el que se topó fue mucho más desde el silbatazo inicial de Roberto García. El bombazo de Pável Pardo (3’) sólo fue el inicio del calvario para Hernán Cristante, quien en ese tanto y en el autogol de Martín Romagnoli demostró que las cuatro décadas de vida ya le cobran factura.
Ahí, recargado en el poste izquierdo de su portería, el argentino lloró uno de los juegos más tristes de su exitosa carrera en México.
Pero no hubo un solo escarlata que se salvara. Todos sucumbieron ante los encantos del contagioso ritmo amarillo. Sobre todo en la media cancha. Jean Beausejour comprobó que su entrenador no se equivocó al habilitarlo como medio de contención; el chileno se agigantó en la zona de recuperación y fue el complemento ideal de Pardo, tanto que hicieron añicos a Romagnoli e Israel López, una de las mejores parejas de escudos en la liga.
Concentrados en Salvador Cabañas, los mexiquenses dejaron suelto a Daniel Montenegro… y a cualquier otro volante que se incorporó. Hasta “Chucho” Ramírez, ya en plan de aficionado, se levantó para aplaudir el 4-0.
Los Diablos Rojos llegaron, pero Héctor Mancilla, Néstor Calderón y Antonio Naelson “Sinha” pocas veces tuvieron un resquicio para buscar batir a Guillermo Ochoa.
Lo del segundo tiempo fue cumplir con el trámite. Las Águilas fueron menos insistentes y el Toluca hizo sus dos anotaciones porque no dejaron de luchar… Hasta que el “Rolfi” le dio el colofón ideal a la tarde con ese golazo (76’) en el que agarró a Cristante de paseo.
Andrés Chitiva regaló séptimo y último festejo, cuando ya muchos estaban embriagados de placer.
El Coloso de Santa Úrsula se le entregó a su equipo como en pocas ocasiones. Y cómo no, si sus Águilas no se guardaron algo, recuperaron parte de la grandeza perdida.
El llamado americanismo está de vuelta. Fuerte, ilusionado y con unas Águilas que, ahora sí, parecen estar listas para pelear por el título del futbol mexicano.
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